Maegor Targaryen 2

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No soy una delicada flor, pero temo que la fuerza y deseo animal de Maegor acaben conmigo un día.

Él sabe cómo consumirme y me lleva al límite cada vez. No es humano.

Su cuerpo caliente se fusiona con el mío, me abruma su intensidad y por un momento me siento mareada.

Maegor siempre causaba eso en mi. Es algo estimulante y que a la vez me mantiene en un letargo, siempre estoy consciente aunque parezca que no.

Devora cada parte de mi piel con sus besos. Firmes, demandantes y húmedos.

Río con dulzura cuando comienza a torturar mi cuello con besos y mordidas.

Se abre paso entre mis piernas y lentamente desliza su miembro dentro de mi. Adora ver cómo me estremezco y lo disfruto con un suave gemido.

Comienza a moverse, pronto encuentra un ritmo perfecto. Tan placentero. Mis piernas se abren un poco más dejando que tenga más acceso y golpee profundo.

Agarra mis caderas y las levanta un poco sobre sus muslos, haciendo que con cada estocada nuestra piel choque y cree sonidos lascivos, que poco a poco son obsenos.

La pasión y el deseo llenan cada lugar de la habitación. Adornado con nuestras respiraciones agitadas y pesadas.

Acaricio sus mejillas y lo beso.

Sus embestidas suben el ritmo y con ellos mis desesperados jadeos y súplicas.

No me da tregua y sigue llevándome hacia donde quiere.

Se apropia de mi cuerpo y tampoco lucho contra ello.

Maegor provoca que mis gemidos se transformen en pequeños gritos cuando golpea duro y sin compasión. Una y otra vez, haciendo que mi paredes se contraigan y lo apriete, gime ronco. Lo hace con mucho gusto.

Es un placer ardiente y agotador. Que me pide más a cada instante.

Siento que estoy cerca y jadeo con aún más ganas. Mi mano inevitablemente se dirige a mi sexo y acaricio mi punto sensible y cosquilleante, suave y constante.

Me hace sentarme sobre sus muslos, sin salir de mi interior. Sujeta mis brazos detrás de mi espalda y me ordena comenzar a montarlo, lo hago con clara desesperación, deseando correrme sobre él.

—Eso es. Monta a tu dragón, pequeña flor. —Susurra entre respiraciones agitadas y fuertes sacudidas debido a la fuerza con la que subo y bajo.

Sintiendo su miembro entrar y salir entre las paredes tan húmedas y resbaladizas, solo creando una dulce sinfonía de sonidos obsenos.

—Maegor, por favor... —suplico con desesperación. Sintiendo el fuego en mis entrañas.

—Vamos, amor.

Con la mano libre me ayuda a moverme más profundo. Grito.

La tensión en mi bajo vientre se rompe y envía espasmos a todo mi cuerpo mientras siento la dulce liberación. La semilla caliente de Maegor baña mi interior y se niega a salir aún, conteniendo cada gota.

Me siento vacía cuando sale de mi y me toma un momento acostumbrarme a la sensación, es que se siente tan bien. Su grueso eje brilla y deja caer hilos de nuestros fluidos.

El pensamiento de querer tenerlo en mi boca pasa por mi mente, pero no creo poder explicar nuevamente porque me duele la garganta y mi voz está tan áspera.

Maegor puede hacer que tenga tantos pensamientos sucios y lujuriosos que me asusta el control que tiene sobre mi. Puede tener la versión de mi que es dulce y sensible, pero sin esfuerzo puede hacer que este clamando con desesperación.

—Nuestro futuro hijo descansará en tu vientre esta noche. —dice, mientras me acaricia con suavidad.

—Será un niño, lo sé. Un apuesto príncipe de cabello plateado y ojos lilas. —Acaricio el lado derecho de su rostro, sintiendo el calor de su piel.

Aún acostado sobre la cama, luce grande e intimidante. Su simple presencia me hace sentir protegida.

—¿No quieres un niño igual a ti? Tan bello y puro. —La imagen que tiene de mi me resulta preciosa.

Escuchar palabras bonitas de su boca es algo extraño, adoro cuando sucede. Él en realidad muestra protección y seguridad, es su manera de decir que me ama y aprecia. Me da su confianza.

—Me conformo con que tenga mis ojos.

—Creo que no descansaré hasta tener una versión de ti. —Lo cierto es que nuestra niña va camino a ser una versión más dulce de él.

—Pero tendrás que moderarte con tus méritos, no querrás perderme en una guerra de sábanas. —Un modo discreto de llamar al sexo duro y desenfrenado.

Además de que si lo dijera de otro modo solo me avergonzaría y no soy una niña para estar sonrojandome por un tonto comentario.

—Has resistido años en esta cama, creo que puedes hacerlo perfectamente. Además, mi dulce esposa nunca parece cansarse de mi y hasta olvida como suplica por más.

Intento levantarme de la cama pero me atrapa al instante. Mi espalda choca contra su duro pecho.

—Y de hecho —agarra mis piernas y las separa—. Si hago esto —continúa, mientras mete dos dedos en mi canal —, lo disfrutarás como siempre lo haces. ¿O estás cansada para regalarme otro orgasmo? —Jadeo con suavidad mientras se mueve.

Introduce otro dedo y continúa estimulandome. Mis caderas se mueven en busca de más placer.

Miro a dónde se encuentra su mano y eso solo me excita un poco más. Dirijo la mirada a Maegor, este sonríe con maldad y lujuria destellando en sus ojos.

Sus dedos son largos y gruesos, se mueven con habilidad. Tanto que me deshago en sus brazos, me tiemblan las piernas y se sacuden cuando encuentra el punto y movimiento perfecto.

Me corro de manera tan dulce, que sonrío satisfecha. Me relajo dejando que el sostenga aún mi cuerpo.

—Debes de saber tan deliciosa, un error no haberte probado antes.

—Lo haré por ti —tomó su mano y llevo su dedo medio a mi boca y lo chupo con lentitud, sin apartar la mirada de sus ojos—. Doblemente dulce. Será una niña.

—¿Será el deseo de los dioses que nuestro próximo monarca sea una reina?

—Maegor...

—Soy mejor opción para rey que el inútil de mi hermano. Sin faltarle el respeto, claro. —Pongo los ojos en brazo y me muerde el hombro, muy infantil de su parte.

—La reina Visenya a criado a un guerrero y un hombre capaz de gobernar un país, tal vez el mundo. Pero no puedes pasar por encima de tu hermano y sus hijos.

—Así que me concideras capaz de hacerlo. Es todo lo que me importa y entonces todos te llamarán reina.

Niego y solo lo beso con intensidad. Gruñe al saber que lo he hecho callarse, pero no me detiene.

La noche continúa hasta que ya no puedo moverme.

𝓕𝓾𝓮𝓰𝓸 𝔂 𝓼𝓪𝓷𝓰𝓻𝓮 ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱDonde viven las historias. Descúbrelo ahora