En esta historia, Apple Poison y Blancanieves viven juntas en el castillo durante el reinado de la Reina Malvada.
Apple Poison comienza a notar que siente la necesidad de ayudar a Blancanieves sin saber por qué. Se siente extrañamente feliz cuando...
Blancanieves se encontraba entre los árboles del frondoso bosque, rodeada por la belleza de las delicadas flores que adornaban el paisaje. El suave murmullo del viento acariciaba su rostro mientras disfrutaba de la serenidad del entorno. Sin embargo, la tranquilidad se vio abruptamente interrumpida cuando el cazador que la acompañaba se acercó a ella, empuñando una daga en su mano.
Blancanieves estaba desconcertada por la expresión de pesar en el rostro del cazador mientras pensaba: «Lo siento, princesa, pero no tengo elección».
En ese instante, Apple Poison hizo su entrada, irrumpiendo con determinación y empujando al cazador, haciéndole soltar la daga que cayó al suelo. Los ojos de Apple mostraban una determinación feroz mientras exclamaba con voz firme:
—¡No la toques! —gritó con determinación.
Blancanieves observó a su amigo con sorpresa mientras Apple rápidamente golpeaba al cazador, dejándolo inconsciente en el suelo.
—¡Apple! ¿Qué haces aquí? —preguntó Blancanieves, con miedo en su voz.
—No tenemos mucho tiempo, debes escapar. La reina quiere matarte y no descansará hasta lograrlo. Ocúltate en el bosque, yo me encargaré de él. Luego, iré a buscarte —dijo Apple, urgente y preocupado.
Blancanieves le agradeció con un beso en la mejilla y se alejó rápidamente entre los árboles.
Apple sentía cómo el rubor subía a sus mejillas mientras veía a Blancanieves alejarse, pero no tenía tiempo para pensar en eso. Respiró profundamente para calmar su respiración y se giró hacia el cazador, quien comenzaba a incorporarse desde el suelo.
—Señor Apple, yo... yo fui enviado por la reina Grimhilder para matar a Blancanieves —balbuceó el cazador.
La ira se apoderó de Apple, quien agarró al cazador por el cuello con fuerza.
—¡No digas eso! —gritó—. Tú eres el que intentó matar a la princesa con tus propias manos. ¿Cómo pudiste hacerle daño a alguien tan inocente? —exclamó Apple, con voz enfurecida.
—¡Lo siento! No tenía elección, la reina me obligó —se disculpó el cazador, temblando de miedo.
Apple sostuvo un cuchillo cerca de su cuello, sin titubear.
—No menciones a su majestad con tu sucia boca. Tú eres el culpable, recuérdalo —advirtió Apple, con desprecio.
«Algo olía mal cuando la reina ordenó traer al cazador. Por primera vez, desobedecí y escuché cuando la reina dio la orden de acabar con Blancanieves», pensó con pesadez.
Era una mañana, como cualquier otra, hasta que vio la llegada del cazador. En otro momento, no le daría importancia, pero sentía que algo estaba mal. ¿Por qué la reina quería a un simple cazador? ¿Por qué no le dijo su plan? ¿Para qué lo necesita?
Estos pensamientos lo atormentaban; necesitaba saber la verdad. Y cuando menos se dio cuenta, ya estaba caminando hacia la sala del trono. Su corazón latía con fuerza, tanto que sentía que se le saldría del pecho, porque esto significaba romper la confianza de su reina.
El pasillo estaba en silencio y se veía más sombrío de lo normal. Los ojos de Apple brillaban con inquietud cuando llegó hasta la habitación. El aire parecía estar pesado, su mano temblaba, pero giró el frío pomo de la puerta con cuidado, escuchando a la reina decir:
—Trae el corazón de Blancanieves.
Y así, Apple había llegado para detener este homicidio.
«Esto es un desastre. ¿Qué debo hacer ahora? Si la reina descubre mi traición, se sentirá decepcionada... de mí», pensó Apple, mientras un nudo se formaba en su estómago.
—S-se-ñor... —susurró el cazador, con la voz entrecortada debido a la falta de aire.
Apple lo miró con desdén antes de soltarlo, dejándolo caer con brusquedad al suelo mientras tosía con violencia.
—Ahora necesito que hagas algo por mí.
—¿Qué quieres que haga? —preguntó el cazador, entre temeroso y confundido.
—Quiero que le mientas a la reina. Dile que la has matado y llévale un corazón de jabalí en esa linda caja que tienes allí. Luego te irás de estas tierras y no regreses nunca —ordenó Apple.
Imagen extra (que no tiene nada que ver con el capítulo):
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
