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 La realeza que representa a los reinos de Corea del Sur es sumamente importante para cada reino, ya que de eso dependía el qué tan buen proveedor o aliado podrían llegar a ser para los otros reinos. Por lo que los próximos herederos al trono eran educados rigurosamente.

Sin embargo, dentro de los reinados existentes jamás se había presenciado el reinado de un omega, ya sea hombre o mujer. Los omegas eran catalogados como un ser inferior a los alfas, que sus opiniones no tenían la misma validez que la de un alfa o beta, por lo que el ser perteneciente a la realeza en el mayor puesto posible, era algo imposible de pensar para cualquiera.

Lo común para ellos era el ver al alfa como el rey, el cual tomaba las decisiones importantes y manejaba realmente lo que el puesto le exigía. Manteniéndose a su lado, al omega, quien se encargaba más en ser la cara amorosa del reino y el acompañante sentimental del rey, no siendo invitado a las reuniones entre reinos ni entre poderes de uno mismo.

Técnicamente eran la cara bonita y no más allá.

―Mi rey.

La pequeña voz tímida hizo que el mencionado despegara la mirada de la ventana, mirando con atención al pequeño omega que se encontraba en el marco de la puerta, notablemente tímido y temeroso ante sus reacciones. Sonrió pequeño.

―Dime ¿Qué sucede?

Sabía que su posición dentro de su reino era bastante fuerte, que aquellos que no le conocían en profundidad temían de sus reacciones o respuestas, como si fuera un alfa imponente sobre miles y miles de omegas.

Le gustaba.

Amaba el perfil que había creado sobre su pueblo y los reinos hermanos.

―Los arreglos florales que pidió han llegado al reino, se encuentran junto a su trono, pero si desea puedo traerlos hasta aquí.

No quería ser temido, quería ser respetado.

―No es necesario que los traigas, iré a traerlos personalmente. Gracias por avisarme―el omega más pequeño sonrió con un poco más de tranquilidad, ya que había estado demasiado tenso. Al ser su primer día sirviendo dentro del castillo y no sabía si los rumores sobre el rey eran verdad.

Jimin sabía los comentarios que salían sobre él a la luz, todos siendo mayormente positivos, pero algo distorsionados en cuanto a su comportamiento o sentimientos en general.

Las personas conocían a los omegas como seres amorosos, maternales o paternales, que difícilmente podrían mostrarse violentos o intimidantes. Un estereotipo bastante marcado y que pocos omegas se arriesgaban a negar. Pero para Jimin eso jamás había importado, su padre siempre le dijo que eso no era algo que deba ser, sino que es algo que pertenece a cada uno.

Desde antes de que su padre muriera, sabía que el reino sería suyo, bajo su único mandato, sin un alfa que tomara su lugar y lo dejara de lado como la cara bonita que todos decían que debía ser.

Por eso se había encargado de dejarles a todos en claro su verdadera posición en el reino y el respeto que deben presentarle, como se lo merece. No por ser un omega, sino el rey de Busan.

―Gracias a usted, mi rey.

El pequeño sirviente hizo una reverencia de noventa grados, tambaleándose un poco al sentir un terrible dolor en su rodilla izquierda, pero intentando disimular lo mejor posible, para que el rey no se molestara por su flácida reverencia.

El omega mayor levantó una ceja, torciendo ligeramente sus gruesos labios al notar el dolor del omega más pequeño, comenzando a caminar hacia su dirección.

Our Destiny *:・゚✧ YMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora