𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐓𝐎𝐑𝐄 | sʜᴜ̄ᴍᴀᴛsᴜ ɴᴏ ᴠᴀʟϙᴜɪʀɪᴇ

⁰⁸. 𝔘𝔫𝔞 𝔪𝔲𝔢𝔯𝔱𝔢 𝔭𝔞𝔠𝔦́𝔣𝔦𝔠𝔞.

𝓬𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸
𝚞𝚗𝚊 𝚖𝚞𝚎𝚛𝚝𝚎 𝚙𝚊𝚌𝚒́𝚏𝚒𝚌𝚊

Golpe tras golpe era propinado al cuerpo de Zeus. Cada uno de ellos agradaba la gran mancha oscura que había salido desde el primer golpe que Adam dio.

— ¿Qué fue lo que hiciste?. — Cuestiona Brunhild, mirando esa sonrisa sórdida en los labios de Hikari. — Viniendo de ti, no debe ser nada bueno.

— Me ofende que pienses tan mal de mi, Bru.

— ¿Estoy mintiendo?.

— No, solo quería hacerme la víctima.

Sus brazos rodean los hombros de Brunhild dejando un sonoro beso en su frente.

— ¡Tu-!. — No pudo terminar su frase cuando el sonoro intercambio de golpes aumentó el volumen.

— No quites la vista de ahora en adelante. — Escuchar el tono severo en su voz la estremeció, sin poder evitarlo, sus ojos permanecieron en la pelea.

Adam había resultado ser más rápido de lo que aparentaba, no solo mandaba golpes si no que también lanzaba aquellas flores que adornaban su cabello.

Pensó en las posibles estrategias que su hermano pudo haber empleado a través de sus habilidades pero nada se le vino a la mente. Las habilidades de Hikari eran complejas y evolucionan constantemente.

Tardaba en adaptarse a ellas y todas habían dañado significativamente su cuerpo, sin embargo, no dudo ni un instante en usarlas. Era un bastardo loco.

Brunhild masajeo su sien tratando de comprender que sucedía, hasta que lo noto.

La mayor parte del cuerpo de dios estaba siendo absorbido por una oscura mancha que se extendia notablemente, su velocidad había reducido y sus golpes dejaron de ser acertados. No solo eso, sino que los ojos del humano desprendían un brillo inusual.

El mismo brillo que Hikari tenía cuando empleaba la técnica más retorcida que los dioses le habían otorgado.

"Los seis ojos"

El intercambio de golpes continuo, las flores que antes rebosaban de color se encontraban marchitas una vez hacían su cometido. Adam no dudó en golpear la barbilla de Dios tomando su nuca para propinarle un rodillazo de lleno en rostro.

El desequilibrado Dios apenas pudo mantener los ojos abiertos, su cuerpo estaba entumecido y su visión era terrible. Su cuerpo magullado y lleno heridas no ayudaba en lo más mínimo.

Quiso observar sus movimientos pero estaba perdido en los ojos brillantes de Adam, reconoció la técnica al instante y se maldijo por habérsela dado a alguien como Hikari.

No, honestamente nunca se arrepintió. 

El era único digno.

Con ese ultimo pensamientos su abdomen fue repleto de golpes, uno más fuerte que el otro hasta hacerlo caer.

Su visión apenas pudo enfocar los cabellos albinos junto a esas largas pestañas que adornaban el rostro de aquel ser increíblemente fuerte.

En un hecho insólito para los dioses, observan como Dios padre es incapaz de regresar los golpes ahora solo está en suelo, incapaz de moverse.

Lo comprende. Está a punto de perder y eso es divertido.

Los golpes se detienen pero él ya no es capaz de sentir nada, el limbo es realmente agradable rodeado de flores y colores.

Sus ojos dejan de brillar y el duelo ya tiene un ganador.

— Es una muerte bastante pacífica. — Murmura la pequeña Goll, abrazando el torso de su hermano mayor.

— Lo es. — Afirma Brunhild.

Bajo la estupefacta expresión de los Dioses se anuncia al ganador de la segunda ronda.

Sin embargo, Hikari no sonríe. Mantiene un rostro estoico mientras observa a Hércules, ambos se contemplan por un largo tiempo.

Se siente miserable pero a la vez una gran carga de adrenalina se desborda en su cuerpo.

El duelo incesante de sus emociones recaen en él, sin poder evitarlo una pequeña lágrima resbala de sus ojos.

Adam a ganado contra Zeus.

El peso de mi procrastinacion me persigue.