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Los gritos, el llanto de mi hermana y, sobre todo, el cómo el hechizo de mamá poco a poco se cerraba mientras ella y papá me daban un collar susurrando lo mucho que me amaban, de un momento a otro el hechizo se cerró por completo, dejándome en este "nuevo" lugar del espacio o del tiempo.

Mis lagrimas salían sin control, mis ojos y mejillas brillaban, la gente de mi nuevo "hogar" solo me miraba de forma rara hasta que aquella mujer, la cual era la reina y poseía símbolos en la cara, me tomaba en brazos y le decía a su esposo "Ella sería una buena hermana para nuestra brillante estrellita, ¿no lo crees? Solo debemos hacer unos cuantos arreglos a su apariencia y quedará diez de diez" pronunció aquella señora elegante de cabello azul claro mientras me acariciaba en busca de que me calmara.

Quién diría que ese no fue el final de la historia y que hubiera preferido no quedarme con esa dama, a la cual varios años fui obligada a llamar madre y cuyo nombre, si bien era hermoso, no describía la clase de persona que era, al menos conmigo. 

Sin embargo, no todo es tristeza y un día llegó aquel señor caprichoso junto a un científico "loco", los cuales tuvieron una especie de acuerdo con aquella reina y terminé siendo custodia de ellos, al mismo tiempo que me llevaron a lo que ahora podía llamar hogar, el planeta tierra, para ser más exactos una ciudad llamada Norrisville.



¡𝘾𝙤𝙨𝙖𝙨 𝙦𝙪𝙚 𝙥𝙖𝙨𝙖𝙣!/𝙍𝙖𝙣𝙙𝙮 𝘾𝙪𝙣𝙣𝙞𝙣𝙜𝙝𝙖𝙢 𝙭 𝙇𝙚𝙘𝙩𝙤𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora