Tengo que buscar a Betty

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Un año, había pasado un año desde la última vez que la vio, exactamente 365 días y noches dónde la habia añorado y deseado sin cesar, dónde más de una vez debió reprimir el impulso de ir hasta la casita de Palermo a buscarla o al menos a saber si podía averiguar algo de ella, o simplemente a estacionarse en la esquina y esperar a verla pasar.

Ese día especialmente y sin saber porque razón la extrañaba más de lo normal. Como cada noche, había soñado con ella, y no podía sacarla de su mente desde que se levantó, eso era habitual en el, pero ese día, la presencia de Beatriz Pinzón Solano estaba más fuerte que nunca en su cabeza y no podía concentrarse en nada más, que no fuese ELLA y su inmenso deseo de volverla a ver.

Estaba en su oficina, sentado frente a la pila de informes que debía revisar, el lanzamiento había sido una semana antes y los reportes de ventas estaban comenzando a llegar, no solo de los puntos de venta que tenían en Bogotá, sino también de 4 de las 8 franquicias que tenían distribuidas y funcionando en Latinoamérica.
Tenía mil papeles que revisar, pero su mente estaba en otro lado, estaba con ELLA, recordando la última vez que la vio, rememorando su silueta enfundada en ese bonito vestido negro que ajustaba perfectamente sus pechos y dejaba la falda suelta desde su cintura. Le pareció ver algo diferente en ella, pero no supo descifrar qué cosa era, recordó su cabello, ese día lo llevaba con su onda natural y ese peinado que tanto le recordaba a "su Betty", su maquillaje tan sutil y discreto, el dulce aroma de su perfume y sus ojos... Dios, sus ojos tan expresivos, con esa mirada brillante que parecía gritarle mil cosas que el no supo cómo interpretar, pero que se le había clavado en su mente y corazón.

Estaba tan perdido en sus recuerdos, que no noto que su papá había entrado al despacho y lo estaba observando desde hace un buen rato.
Armando suspiró con nostalgia, cerro los ojos y volvió a abrirlos, y como si de esa forma regresara de su trance, fijó la vista en frente suyo, notando al fin la presencia de don Roberto.

A: papá como estás? No me di cuenta que entraste.

DR: (sonriéndole comprensivo) lo noté hijo, llevo observandote un buen rato y esa mirada perdida me dió la pauta de que no estabas aquí realmente, y creo imaginar por dónde andabas volando (Armando volvió a suspirar mientras sonreía de lado) pensabas en ella cierto?

A: sabes de sobra que es la única que ocupa mis pensamientos desde hace más de un año, pero hoy especialmente, se ha metido en mi cabeza y se niega a dejarme hacer algo más que pensar en ella y en la última vez que la ví.

DR: será por la fecha? Hoy hace exactamente un año que celebramos la junta donde ella devolvió la empresa, y ese fue el último día que la viste no?

A: (asintiendo) puede ser que sea por eso, pero aún así, no entiendo porque hoy la tengo más presente que nunca. Pensé que ya me había acostumbrado a su ausencia, pero creo que mi corazón aún no se resigna del todo, y creo que jamás lo hará.

DR: porque no aceptas mi oferta hijo?, deja que hable con  Orlando Fuentes, es un excelente detective y estoy seguro que en menos de 15 días darías con ella, ya pasó un año Armando, tal vez si la buscas, ahora sí te escuche y te de una oportunidad.

A: (con la mirada triste y apagada) no papá, yo le prometí que jamás volvería a molestarla, que renunciaría a ella para que viviese su vida en paz, y no le incumplire mi promesa... (Completamente abatido, con la voz quebrada) Yo no soy digno de ella papá, Betty se merece tener un buen hombre al lado, alguien que la merezca, que le llene la vida de alegría y felicidad, que no le haga daño y la cuide como el mayor de los tesoros, ella merece al mejor hombre del mundo y yo estoy muy lejos de serlo.

DR: y no crees que deberías dejar que ella juzgue eso? Tu ya no eres el mismo hombre que ella conoció, has cambiado tanto hijo, maduraste, centraste tu vida, eres un buen hombre, uno que cualquier mujer desearía tener al lado, y del que yo me siento muy orgulloso.

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