2. Cae siete veces, levántate ocho.

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Misaki ya tenía treinta, por lo que no podía justificar sus actos por la impertinencia de la juventud y mucho menos llorar por las necedades de la cotidianidad.

En Usami, del mismo modo, se notaba la vejez. Con el paso del tiempo, la actitud hostil propia de Usami acabó por disminuir, hasta el punto en que comenzó a sonreír con más frecuencia y a disfrutar de las cosas pequeñas. De esos detalles que Misaki tanto le recordaba; el café en la mañana, despertarse un domingo a las diez y la eternidad en la que se sumergía durante horas a través de las interminables palabras.

Eran cosas que no se podían comprar con dinero y que lo llenaban más que lo material.

Vivían una vida rutinaria, pero no por eso aburrida. Ambos hombres se amaban en esas cuatro paredes, sostenidos ante una firme relación de doce años.

Una situación que, una vez fue aprobada por Takahiro, todo se solucionó. No necesitaban la aprobación de tantos otros, solo de aquellos que influían a diario.

Aun así, Misaki todavía no olvidaba esa promesa que hizo entre el pánico de la juventud y la rememoró vívidamente ante las velas de cumpleaños.

Era el momento de atacar a Usagi.

⊰✩⊱

Lo intentó por primera vez cuando Usami cenaba. Se colocó a espaldas del hombre, con las manos temblorosas, mientras le recorría por la nuca un frío de muerte. Esa noche se había arreglado más de costumbre, aunque Usami todavía no se daba cuenta del polo azul que se colocó.

Se enfrentó al miedo y sin decir nada, al mismo tiempo en que Usami se llevó un trozo de pescado a la boca, Misaki golpeó la mesa con ambas manos en los lados de Usagi y el corazón disparatado que presionó contra la espalda de Akihiko.

—¿Misaki? —dijo Usami dudoso, al dejar los palillos a un lado y sentir el nerviosismo de Misaki.

En cuanto Usami dio vuelta un poco la cabeza, Misaki fue directo a atacar la boca. Akihiko, que no podía estar más sorprendido, abrió los labios e introdujo la lengua al momento, haciendo que todo ritmo comenzado por Misaki se desvaneciera al instante.

Los brazos y pierna le flaquearon. Las manos de Usami lo hicieron doblegarse al meterse dentro de la ropa y hacerle suspirar. Dejaron la cena inconclusa, ya que Usami se apresuró en cargar a Misaki hasta la habitación y recompensarlo por tomar la iniciativa.

Misaki se convenció de que lo intentaría la próxima vez.

⊰✩⊱

Misaki se encontró con Usami concentrado leyendo una novela. Acababa de llegar tarde del trabajo, tras el anticipado periodo de descanso postedición de un manga y, a pesar de que Usami se lo propuso, Misaki no aceptó la petición de ir a recogerlo, debido a que le tocaba ir a tomarse la clásica ronda de bebidas con sus colegas de trabajo. Era un evento imprescindible, que debía ser llevado a cabo para felicitarse entre ellos el duro esfuerzo invertido.

Una ronda, que pronto se convirtieron en un par, hasta que terminaron siendo demasiadas.

Llegó con las mejillas sonrosadas, la risa suelta y el olor a alcohol impregnado en cada milímetro del cuerpo. Usami lo notó, pero no fue hasta que Misaki se le sentó encima del regazo, que quitó la vista de las palabras impresas en el papel.

Sensei~, el trabajo ha sido duro ¿No? —le susurró en el oído, con una carcajada sinsentido de por medio—. Sensei~ pronto será verano ¿Verdad? Hace calor... Sensei...

Puso a prueba la limitada paciencia de Usami, en especial cuando Misaki, sumido en la inconsciencia del alcohol, presionó la boca en el cuello de Usami para dejar marcas lascivas. Era una sensación novedosa, porque Misaki sobrio nunca se hubiese atrevido a dejar signos de su paso, de manera tan visible, en Usami.

Déjame recorrer esta vida contigo (Junjou Romantica)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora