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Jimin mira a la enorme pantera inconsciente recostada en una mesa metálica en uno de los quirófanos de la clínica. El animal tiene una de sus patas delanteras rota y una herida de bala en uno de sus costados ya vendadas y enyesadas después de la intervención de emergencia que casi le cuesta la vida. A Jimin se le encoge el corazón al verlo.

Alrededor de las tres con quince de la madrugada fueron llamados de emergencia ya que al parecer unos vecinos de una colonia privada escucharon el rugido del animal secundado de gritos humanos que los alarmaron a todos, para cuando llegó el control animal junto a la policía y ambulancias, se dieron cuenta que la verdadera víctima era esta pantera. Al parecer se trataba un cartel de drogas que operaban en una de las casas, tuvieron al animal durante años ilegalmente bajo pésimas condiciones, encarcelado en una pequeña jaula que lo obligaba a permanecer acostado todo el tiempo, apenas con el alimento suficiente para mantenerlo hambriento y así poder usarlo como una amenaza.

Hasta que esa noche, al parecer alguien cometió un error que llevó a la pantera a atacarlos a todos. No llegó a hacer mucho daño, ya que su único objetivo fue escapar. Un par se llevaron heridas profundas de mordidas y zarpazos, pero uno de ellos golpeó una de sus patas para evitar que escape con un bate de metal y otro le disparó, afortunadamente, la bala no dañó ninguna arteria y salió la operación, aunque delicada, fue un completo éxito.

Jimin fue despertado y solicitado de inmediato, ya que es uno de los mejores veterinarios de exóticos, vida salvaje y cambiaformas que hay en la ciudad. Condujo hacia la clínica tan rápido como le dieron los detalles necesarios y luego de operar al animal, se quedó a un lado, mirándolo descansar.

Es un cambiaforma, por la vaga información que la policía obtuvo de los responsables, pero había pasado tanto tiempo en su lado animal para protegerse de esos hombres que poco saben de su condición mental humana o de su estado físico como tal. Afortunadamente, además del brazo roto y la herida de bala, no presenta ningún otro problema físico.

Se acerca otro poco, detallando la cabeza de la pantera; tiene perforaciones en sus orejas semi redondas, a una incluso le falta una porción de cartílago, puede notar una cicatriz cerca de su ojo izquierdo que cruza donde debería estar su ceja, además de las cicatrices alrededor del pecho y en sus patas, y pequeñas marcas de quemaduras en la piel donde debió haber sido maltratado con cigarros. Si tiene más, no puede verlo bien debido a su pelaje oscuro, pero sí que puede vislumbrar lo que parece ser un tatuaje que se esconde ligeramente por su lomo. Parece ser algún tipo de sello de la pandilla. Esos hombres lo marcaron con tinta como su propiedad y esa suposición sólo le revuelve el estómago y le hierve la sangre.

La puerta se abre ligeramente para que uno de los veterinarios se pueda asomar, Jimin le dirige su atención. Namjoon entra con una sonrisa suave, lleva una caja mediana entre las manos, caminando hasta detenerse frente a él. Namjoon es uno de sus compañeros más cercanos, es uno de los pocos que considera amigo dentro del trabajo además de Seokjin.

— ¿Cómo va?

— Mejor que hace unas horas — Jimin bosteza por el cansancio. El reloj marca las ocho de la mañana y él no ha podido ser capaz de conciliar el sueño por temor a que el animal se despertara desorientado y asustado en un lugar desconocido para él y, en el peor de los casos, reaccione agresivamente —. Estuvo moviéndose mucho, creo que le duele aún dormido.

— Supongo que tardará un poco en sanar por completo, incluso si es un cambiaforma. Ya sabes, todavía estoy fascinado por las capacidades regenerativas de los cambiaformas. Son seres realmente fascinantes.