Capítulo Uno

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En definitiva, no estaba preparado para este día.

Su corazón latía demasiado rápido, y le era imposible permanecer en el mismo lugar. Caminando de un lado al otro, limpio una, dos y tres veces el sudor de sus manos; intento despejar su mente, observando que los detalles del lugar estuvieran perfectos, que todo marchara acorde a sus órdenes.

Nada podía estropear este día.

«Absolutamente nada»

Repaso la cantidad de hombres que rodeaban la estancia; vistiendo trajes de color negro y preparados para responder en caso de un ataque. Luego, elevo la mirada hacia el ocaso, donde los colores cálidos se mezclaban y una suave brisa hizo llover pétalos de cerezo sobre el jardín.

Quizás no fuera la boda que habría querido organizar, pero...se sentía como el maldito cielo.

Su orgullo de alfa volvía a elevarse, a sentirse satisfecho. En un principio había planeado algo grande, con miles de personas observando y muchos fotógrafos, donde quiera que miraran habría brillo y elegancia. Podría haber contratado uno o dos grupos para animar la velada, incluso podría haber invitado a un par de celebridades, pero...su dulce omega decidió tener una ceremonia tranquila y privada. Solo familia y amigos.

Y quien era el para negarse. En cuanto su omega termino de hablar, todo el mundo comenzó a moverse según sus órdenes, parecían olvidar quien era realmente el líder de la organización.

—¿Qué es tan gracioso? —pregunta Shoko, mientras le arregla la corbata por tercera vez.

—Nada—responde, aun con una sonrisa. Nanami y Suguru están junto a él.

Satoru tuvo que suplicarles para que aceptaran ayudarle con su propuesta de matrimonio y luego tuvo que suplicar para que ambos fueran sus padrinos y vistieran del mismo color. El celeste pastel no les quedaba tan, tan mal.

—Enserió, cómo es que este imbécil va a casarse antes que yo— dijo en una mezcla molesta y conmovida. — No, pensándolo bien, ¿por qué Megumi aceptaría casarse con este idiota? —sin poder evitarlo, robo el pañuelo que Nanami tenía en el bolsillo de su chaqueta y se limpió las lágrimas.

—Eres un asco—reprendió el rubio. El deseo de golpear al otro alfa se disipo en cuanto la mirada de Shoko se posó sobre ellos.

«Compórtense o los mato» afilados ojos marrones hicieron palidecer a ambos alfas.

Las notas del piano empezaron a escucharse, y fue la señal para que todos se pusieran de pie. El corazón de Gojo golpea con fuerza, en un simple segundo su mundo se paraliza y miles de preguntas se asientan sobre su cabeza.

«¿A dónde ir? ¿a quién pertenecer?»

Las respuestas lo llevan a una persona, el nombre se graba sobre su corazón y su alma por fin se siente completa.

—Megumi...—da un paso.

—Quieto. Será mejor que controles tus feromonas—regaña Nanami.

—Lo siento, pero...—«Necesito a mi omega»

Tanto él como su alfa necesitan de Megumi, y ruegan porque la distancia que los separa desaparezca. Mierda, su esposa se ve tan hermosa, tan bonita con su traje blanco y esa dulce sonrisa que haría pecar hasta al mismísimo buda. Es inevitable no sentirse orgulloso de su omega y es inevitable permanecer quieto. Incluso antes de que Megumi llegue a su lado, sus pies se mueven y se detienen frente a él.

—Satoru—susurra el omega con las mejillas sonrojadas. A su lado, Maki rueda los ojos y suspira.

—Sera mejor que cumplas con tu promesa. Si veo a Megumi llorar por tu culpa, ten por seguro que te matare. —Las palabras de la Zenin hacen reír a unos pocos, y solo Gojo detecta la sinceridad en su voz.

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