Capítulo 22

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Máximo.

Llevamos tres malditos días en Mónaco y no queda nada de los niños que eran en Italia, solo quieren estar metidos en la casa y andan con la cabeza gacha, mostrando la tristeza que los apaga poco a poco, ya no sé cómo entretenerlos, los he llevado a pasear por toda la ciudad, hemos comprado juguetes por cantidad, los he llevado al casino para que me vean ganar y todos los días los he sacado a comer fuera pero nada los satisface.

A muchos les deslumbra la vida de lujo y opulencia que se lleva en Mónaco, a nosotros no, siempre nos resulta algo insignificante, contemplando lo que tenemos y poseemos. Las personas aquí dicen sentirse ricos, pero los verdaderos billonarios somos la Riccardi, nuestros hijos y yo.

-Deja de llorar, Bianca.

Hace un puchero con la boca y cierra los ojos cuando el llanto la gana.

-Quiero a mi mami.

-Ya te dije que no puede venir.

-No puedo dormir sin darle un besito.

Damiano se mantiene en silencio pero sé que el también quiere abrazar a su madre.

-Solo cierra los putos ojos.

-Quiero irme a casa. Llévame a casa.-sus ojos rojos me miran con rabia.

-Ya te dije que regresaremos después de la carrera.

-A mí no me importa la carrera. Yo quiero a mi mamá.

-Duerme.

Bufa agotada por toda la situación, ha llorado desde que llegamos.

-Abrázame.-me pide con los ojos abrumados de lágrimas.

No han querido irse a dormir a su cama, así que se han venido a meter a la mia.

La tomo colocándola sobre mi pecho.

-Dile a mami que venga, ella te hará caso. Tú también la extrañas.

-No la extraño.

-Eres un mentiroso.

-No miento.

-Entonces porque estas con cara de enojado todo el día.

-Porque desde que llegamos estas jode y jode. Tienes que ser como Damiano, el no molesta.

Mi hijo me dedica una mirada gélida.

-Yo también extraño a mi madre.-se gira dándome la espalda, logro ver que aunque no lo diga, también está enojado por la situación.

Yo no la he llamado pero ayer ella si lo ha hecho. Estaban jugando así que no se los pude pasar o mejor dicho, no se los quise pasar.

Mi mente trata de destruir mis sentimientos pero que los ame con toda mi alma no cambiará así me muera.

Me perturban algunas cosas más que otras, Rafaella me perturba en la actualidad y que no se dé cuenta de su error me enerva aún más. Estoy acostumbrado a que me den todo lo que quiero, cuando me niegan algo mi cerebro me juega en contra, sacando a relucir una parte de mí que quiero ocultar.

Soy una mierda de persona cuando me lo propongo y joderla, es lo único que me interesa ahora, por eso estoy aquí.

Debe de estarse muriendo de la rabia.

Acaricio el cabello de mi hija hasta que se queda dormida. Su hermano ya ha caído, suele dormir apenas toca la cama, no han heredado nada de mí en ese aspecto.

Cierro los ojos y su voz regresa a mí:

-Puedes pasarme con mi hijos.-me dice fría.

-Están ocupados.

DINASTÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora