Capítulo 04: Una pizca de confianza

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«La confianza del inocente es la herramienta más útil del mentiroso».

—Stephen King.

Los jóvenes comenzaban a regresar del bosque helado.

Habían estado buscando durante un buen rato a Leilah, pero después del comunicado de la señorita Dina dónde ella decía que Owen y Logan la habían encontrado y llevado a la residencia, pudieron descansar de la cacería.

Archie caminaba a paso lento. Estaba comenzando a quedarse atrás. A lo lejos logró visualizar las enormes instalaciones de concreto lívidas; su academia.

Cuando las rejas de metal oscuro fueron abiertas, el sonido furioso de alguien que conocía bien no se hizo esperar.

—¿Se puede saber qué carajos pasó?— preguntaba con molestia una morena que se desprendía de otro grupo de chicos para caminar al grupo dónde él se encontraba.

—Ya sabes. Lo que se puede esperar de estos idiotas.— le respondió Archie con disgusto.

Alyssa quien se encontraba cerca alcanzó a escucharlo.

—Esa salvaje nos atacó. Mira cómo le dejó el cuello a July.— contestó con molestia mientras caminaba a la par de la pelirroja.

La morena la examinó por un momento.

—Ay por favor. ¿Ese rasguño? No exageres. Además, Leilah sería incapaz de hacer algo cómo eso, aunque sea mínimo.

—No, Zoe.— dijo Archie dirigiéndose a la morena. —Es cierto. Leilah nos atacó.

Avanzaron hasta llegar al portón y este se abrió.
Caminaron y se abrieron paso, entrando a la residencia y envolviéndose en lo que parecía ser el salón principal.

—Eso es imposible... Leilah jamás haría algo como eso.

—Tu grupo no tuvo que lidiar con ella porque se encontraban en su propio entrenamiento. Pero es cierto. Esa mocosa inútil nos atacó a todos.— Aiden se metió en la conversación.

—Cierra la boca. Tú fuiste el causante de que se alterara. Tú y tu estúpido grupo de amigos la asustaron— Archie dejó de caminar para encararlo.

La luz del candelabro y las velas encendidas afilaban más la mirada jade de Archie.

—Cuida lo que dices Thompson. Sabes bien que no te conviene meterte conmigo.— contestó Aiden. Sus labios hacían una línea recta que destacaban la seriedad de sus palabras.

La ola de jóvenes formó un círculo encerrándolos a ellos dos en este. La bulla no se hizo esperar, impregnando los oídos de todos.

—No vale la pena Archie, deja a este cabeza hueca hundirse en su propia amargura.— Zoe sujetó el brazo del chico tratando de hacerlo entrar en razón.

—Sí, Archie. ¿Por qué no vas a jugar a las muñecas? Y dejas las peleas para los hombres de verdad.— contestó Aiden a lo cual Alyssa soltó una carcajada.

—Di lo que quieras. De todos modos todos sabemos que sigues reprimiendo tu ira por no haber sido digno de la gema dorada.— contestó Archie.

Eso provocó que las carcajadas de Alyssa frenaran y que Aiden apretara el mentón.
Era siempre su carta a favor. Había dado en su punto más sensible. Archie sabía cómo sacarlo de sus casillas.

Al mismo tiempo, Owen guiaba a Leilah por las escaleras para poder llegar a la planta baja.

Cuando llegaron al salón principal, su vista se posó en la escena que se estaban montando aquellos dos.

El Trono de la Oscuridad: Rosas en LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora