Y eso es porque...

188 4 1
                                    


╔══════❀・°・❀══════╗

El adolescente Gavin Reed está dando vueltas por la ciudad con la motocicleta que sus padres le regalaron cuando lo ve: Richard Stern (conocido como Nines en clase) lloraba a los pies del puente de Detroit.

╚══════❀・°・❀══════╝

Este corto pertenece a: Lo que te conté mientras te hacias el dormido. Esta vez un universo alterno en donde son adolescentes. Esta idea le tenía en mente desde 2020, pero nunca la había escrito hasta bueno, hasta hace unos días cuando escuche "Porfa no te vayas" de Morat y me lo recordó e inspiré la última escena en esa canción. No he tenido tiempo de editarlo y es muy corta- es un trago. Así que espero que les guste y nos vemos pronto, porque fui a un taller de escritura recientemente y practicamente base todos los escritos cortos que hice en ellos dos. ¡Te amo!

❀・°・❀

Gavin Reed era de esos chicos de secundario, cliché y problemático. Logró destacar en el equipo de fútbol local de su escuela y se las arregló para sacar buenas notas como requisito necesario para permanecer dentro del equipo. A su buena educación y preparación física se le sumó su carisma. Gavin era bueno para engatusar a las personas, aunque el hecho de no poder guiñar bien llevaba a la confusión a veces. También trabajaba de medio tiempo en taller de Hank Anderson. Y era bueno.

Era bueno para correr detrás de un balón, bueno para sobresalir, bueno para conducir por la ciudad con la moto que le regalo su madre por sus dieciocho años: bueno para todo.

Quizás fue eso lo que lo llevó dudar de él, de quién era.

Dio la casualidad que un día despertó solo entre basura. Sus padres no regresarían hasta la próxima semana, porque habían viajado hasta Cambridge para visitar a su hermano mayor, Elijah, y él aprovechó para organizar una GRAN fiesta en su casa.

Estaba tendido en el suelo mirando el techo. No recordaba con claridad lo que había pasado, ni como había terminado en el suelo de su sala de estar. Pero el dolor de cabeza lo mareaba lo suficiente para renunciar a la idea de levantarse. Su mañana se reducía a ello. Y la tarde amenazaba con lo mismo, pero finalmente el hambre le hizo levantarse y prepararse algo.

Más tarde de ese día, después limpiar la casa, levantar la basura que sus compañeros habían dejado y vomitar y vomitar, se dejó caer en las baldosas del baño y apoyó su cabeza en el cerámico. Cerró los ojos y respiró, se puso de pie y tiro la cadena. Dejo caer su ropa sucia y se dio una ducha rápida.

"Ya está. No festejo más los cumpleaños en mi casa", se dijo a sí mismo.

La verdad es que no sabía como se sentía, se dio cuenta de que hace tiempo no sabía qué hacer. Ganas de alto tenía. Ganas de salir de su casa. Y lo hizo. Se vistió, tomo las llaves de su motocicleta y cuando cayó la noche, se puso su chaqueta favorita y salió de su casa.

Puso en marcha su moto y dio un paseo largo por la ciudad. Siguiendo el camino de las luces acelero. Olvido su casco, no le importo. El aire frío se sentía tan malditamente bien. Condujo hasta el puente y jugo carreras con el viento en las calles cerca del río de Detroit.

Pero, en el medio de su viaje de desvío de sí mismo —o de encontrarse a sí—, vio una silueta alta y fina conocida, caminando por el puente. Vio de reojo en el espejo retrovisor y lo recordó: ese era el hermano menor de Connor. Richard. Eran compañeros de clase, porque Gavin había repetido un año después de que Connor lo acusará de hacer trampas. No se hablaban, pero, sin embargo, lo había invitado la noche anterior a su fiesta. Él solo lo miro con esos ojos fríos y se fue. Y aunque no lo espero, nunca llegó.

Lo que te conté mientras te hacías el dormidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora