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"Te ves feliz", JungWon se sobresaltó cuando Jake se arrodilló a su lado mientras acomodaba pequeños arreglos en una estantería, con ojos grandes y confundido, miró a su amigo sin comprender por qué le decía aquello tan de pronto, "No creo ser el único que lo haya notado, pero estás más feliz estos días, tus ojos brillan y estás más animado que en los últimos cuatro meses"
"¿En serio?", ladeó la cabeza, Jake asintió.
"No me malentiendas, antes estabas bien, pero se te notaba en esos ojitos que muy en el fondo tenías pena, nunca te lo dije porque sé que te incomoda que hurgue en tus sentimientos... pero ahora te ves radiante, la sonrisa no se te va de la cara y hasta puedo decir que haz subido de peso", JungWon se tocó el rostro, algo preocupado ante lo último y eso hizo a Jake reír escandaloso y empujarle suavemente, JungWon se sonrojó mínimamente ante aquello.
"No sé, yo me siento igual"
"No me mientas, anda", Jake volvió a empujarlo y JungWon bajó la cabeza tirando de una sonrisa, "Esto es por Ni-Ki, ¿no?¿volviste a tener contacto con él?"
Demoró unos segundos en donde sus mejillas se sonrojaron aún más, pero terminó por asentir algo avergonzado ante el festejo del rubio, desde hace semana y media cuando llamó a Ni-Ki, es que todas las tardes se quedaba al lado del teléfono fijo, hablando por horas y horas hasta que se ponía el sol y sus dedos se dormían, hablaban de cualquier cosa, del día de JungWon, del de Ni-Ki, de como iban los papeles de renuncia, de qué es lo que había comido de almuerzo o simplemente, Ni-Ki colocando tembloroso a JungWon con palabras tontas, subidas de tono o amorosas. Y JungWon, a pesar de acostarse entumido y con el estómago vacío sabiendo que solo dormiría cuatro horas, se iba feliz a la cama, con el corazón pesado de amor y las mejillas adoloridas de tanto sonreír, tan liviano y esparciendo florecitas por donde caminaba.
Simplemente, Ni-Ki y su presencia le hacía tan bien, fuera como fuera, inconscientemente Ni-Ki se convirtió en su felicidad y en un pilar en su vida.
Todavía nada era color de rosas, Ni-Ki le comentaba algunas cláusulas a seguir de los papeles de su renuncia que le daban dolor de estómago. Algunos tales como la prohibición de su imagen en televisión abierta por un periodo de tiempo y calumniar o simplemente, nombrar a la familia real, no poder salir al público con los colores representativos de la familia, un pacto de silencio e incluso la prohibición de contactar o dar indicios de contacto con algún familiar de la realeza por cuenta propia.
Pero a pesar de eso, Ni-Ki le comentaba emocionado como un cachorro que no podía esperar a firmar esos papeles. Comentándole que quería pintarse las uñas de mil colores tal como él lo hacía, perforarse las orejas con bonitos pendientes artificiales, poder andar en casa en calzoncillos y comer pizza más de una vez por mes. Cosas tan simples que JungWon podía hacer cada día de su vida eran las que emocionaban a Ni-Ki, tanto que si JungWon no lo supiera, ser de la clase media fuese un lujo y paraíso. Escuchar la voz tintada de emoción hablándole de poder prepararse su propia comida a la hora que fuese era quizás lo más adorable del mundo.
