Día 1: Confesión

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Poco a poco iba sintiendo que las cosas iban cambiado, no entendía muy bien como todo comenzó desde que él había vuelto desde el continente, de eso ya eran casi tres meses. No sentía ganas de estar sola, no sentía ganas de aislarse para pensar las cosas; últimamente la rodeaban muchas personas, sentía la preocupación y el cariño, sonrisas sinceras y despedidas breves para los que iban y venían. Pero él no se estaba despidiendo, no se iba a ninguna parte.

No quería acostumbrarse, no quería sentir cariño alguno por la compañía que estaba siendo habitual en aquella primavera, sin embargo, era al inevitable.

-¿Tú crees que no haya tenido alguna persona en el continente durante estos tres años?

La voz de Judy me sacó de mis pensamientos mientras seguía mirando las verduras de su puesto. Aquella chica era dos años mayor que yo, mujer dedicada al campo y la agricultura, llevaba sus productos todos los días a la plaza cerca de donde vivía. Independientemente que Shiganshina este en crecimiento, los campesinos eran el principal abastecimiento de alimentos para la ciudad.

-¿De quién hablas? -Pregunté mientras tomaba uno de los sacos de patatas que tenía a la venta.

-Dah, Kirstein, Jean Kirstein mujer ¿Acaso eres ciega?

Sin expresión alguna mire a la dirección que ella señalaba en un gesto poco disimulado.

En la otra esquina de la plaza estaba Jean con otro par de cadetes relativamente nuevos, seguramente estaba dándole indicaciones. Pero ¿Yo ciega?

-¿Qué tiene Jean? -Estiré mi brazo para entregarle el dinero a cambio de las patatas.

-¿Crees que alguien del pueblo tenga oportunidad con él? Es el único que parece cuerdo post guerra y es un buen partido ¡Míralo! Es guapo, serio, se preocupa de su facha-...

-Gracias por las verduras Judy, nos vemos. -Agregué sin más tomando la bolsa de la compra para caminar en dirección a la otra avenida.

-Eh... ¡Mikasa! -La queja de Judy se escuchó fuerte, levanté la mano en un gesto de despedida.- ¡Traeré maíz desgranado para el próximo mes!

Comencé a caminar lo más rápido, sabiendo que los pasos que sentía luego de que Judy gritara mi nombre se iban acercando.

¿Maíz? Tal podría hacer un pastel de-...

-¡Mikasa!

Me giré inconscientemente ignorando mi plan de ir más rápido. Su voz era algo que últimamente quería escuchar a toda hora del día. Él estaba ahí, caminando hacia mí, estaba con el uniforme militar por protocolo, aunque a él no le gustaba ocuparlo con mucha frecuencia. Realmente era alto, atractivo en comparación los otros chicos de nuestra edad... ¿Buen partido? Obvio, era militar en retiro que seguía su rol como embajador de relaciones exteriores asentado en la isla bajo protección de la misma reina. Era un caballero, modales que siempre lo destacaron, pero con un carácter algo terco, sin embargo, Jean había cambiado demasiado desde que nos conocimos en el escuadrón hasta ahora.

-¿Vas a casa?

Asentí apenas mirando a los cadetes que había dejado atrás.

-¿Trabajando aun?

-Si, hoy tienen guardia y debía de señalarle protocolos, ya que los altos mandos andan en Sina.

-Entiendo... ¿Dejamos la cena para otro día, entonces? -Pregunté posando mi mirada fijamente en la suya.

-¿Eh? No, nada de eso, llegaré en una hora más a casa, llevaré postre.

Arrugué un poco la expresión negando.

Jeankasa Week [ 2023 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora