Día 6: Noche estrellada

367 27 3
                                    


La puerta de la casa se escuchó cerrarse, unos pasos por la madera hicieron eco hasta la subida de la escalera y unos pasos se acercaron por el pasillo hasta la habitación.

-¿Ya se durmió?

Ladeé mi rostro para mirar a Jean quién se notaba que había corrido para llegar lo antes posible a casa.

-Hace diez minutos, contigo de seguro no hubiera durado tanto, eres un experto en hacerlo dormir.

-Ah, cómo odio esto, pensaba que pasar la fiestas acá sería mejor y que los del cuartel no me molestarían -Jean se acercó y me abrazó por detrás aprovechando así de mirar a nuestro pequeño bebé, uno de cinco meses de nacido.

Jack Kirstein Ackerman había nacido los últimos días de primavera, en plena noche decidió que era el momento indicado alarmando a su padre, abuela y tíos. Un parto en casa con asistencia médica, esa noche solo existía yo y mi bebé, pero a mi lado, Jean siempre estuvo presente a tal punto que su brazo quedo con moretones por casi un mes posterior al nacimiento. Yo solo apretaba lo que tenía a mi alcancé, el dolor fue peor que cuando aquel titán me apretó el cuerpo entero hace años atrás.

Pero cada segundo, valió totalmente la pena.

Era un bebé muy tranquilo, risueño, tenía los mismos ojos de su padre y su cabello oscuro como el mío, era bastante sociable y curioso, amaba dormir en los brazos de Jean y si pudiera pasar toda la tarde conmigo, sería ideal. Sin embargo, la hora de dormir era nuestro problema, tenía el horario cambiado y aun no podía regularlo, despertaba una vez en la noche y nos turnábamos con Jean para verlo, al final, terminábamos los tres durmiendo en la misma cama.

-¿No les habías dicho que eran tus vacaciones de acción de gracias? Solo estaremos acá una semana. -Comenté posando una de mis manos en su mejilla mientras miraba a nuestro hijo.

-Se los comunique apenas llegué al cuartel, tienen todo el personal, sin embargo, querían hablarme de las nuevas instalaciones y una invitación al festival en la plaza de Shiganshina -Comentó separándose con cuidado para meter su mano al bolsillo de la chaqueta que aún tenía puesta.

Era un afiche de promoción del festival de la cosecha. Shiganshina seguía siendo una ciudad en desarrollo, pero la parte campesina aun resistía a desaparecer. Habíamos decidido venir para pasar las fiestas y la noche de muertos acá aprovechando que todos iban asistir, aunque Armin se encontraba en la ciudad costera, iba a llegar mañana con los chicos, íbamos a tener la casa llena.

-Tal vez Armin traiga la cámara fotográfica y hacer recuerdos. -Quería llenar nuestra casa de recuerdos.

-Así es, hablamos en el cuartel por teléfono, mañana a primera hora se vendrán en el auto del cambio de cadetes. -Mencionó mirando al pequeño Jack mover sus labios en sueños.- Iré a cambiarme y vendré a vigilarlo.

Negué rápidamente.

-Ve con calma, no despertará hasta dentro de un par de horas, iré a colocar el agua para beber algo caliente, relájate, papá Jean -Dije con gracia antes de acercarme para dejar un beso en su mejilla y así tomarle la mano para sacarlo de la habitación en silencio.

Lo dejé en el pasillo y me dirigí al primer piso mientras él me sonreía antes de desaparecer por la puerta de nuestra habitación.

Era una noche totalmente despejada, había llovido los días anteriores y el clima estaba bastante frío. La casa estaba temperada gracias a la chimenea y el uso de la cocina a leña que teníamos.

Coloqué la tetera con agua al fuego de la cocina y preparé dos tazas para ambos. Miré por la ventana que daba al patio trasero de la casa, los vegetales seguían creciendo, estaba totalmente sorprendida. Había pasado el día dentro de casa sacudiendo el polvo y encargándome de Jack mientras Jean había ido al cuartel y a comprar provisiones que no me había detenido a mirar el lugar.

Me encaminé hasta la puerta de la cocina que daba al patio y salí con cuidado con los peldaños de la escalera. Mi antigua huerta estaba estropeada, pero entre la vegetación pude ver las zanahorias, patatas y calabazas, pequeñas, pero ahí estaban. Había agua acumulada por las lluvias de ayer, pero eso no me detuvo para ir a cosechar lo que estaba más a la vista.

-Te vas a resfriar si sales, así como así, seguro estamos con grados bajo cero, amor.

Miré a la puerta y estaba Jean ya con ropa cómoda y algo despeinado. Caminó hacia mí y miró lo que tenía en las manos.

-¿Sigue dando verduras?

Asentí totalmente orgullosa.

-Al parecer hice buen trabajo cuando sembré. Podríamos ocupar esto para hacer un estofado, con la carne que compraste hoy. -Le entregué a él las verduras que iba sacando mientras íbamos avanzando al fondo.

-Estofado... Señor, cómo me encanta la idea, pero llegarán los demás y se lo comerán todo.

Reí por su halago y reclamo a la vez. Pude sentir el frío de la noche despejada cuando ya mis manos se estaban enfriando al sacar las verduras.

-Mañana en la mañana estará muy frío, deberíamos...

-Dormir con Jack, los tres juntos -Completó mi frase. Una sonrisa orgullosa me ofrecía posteriormente.

-Tendrás que compartir a mamá. -Me levanté de mi lugar con las ultimas verduras en mis manos y así estar a su altura.

-Con mi hijo, todo, ahora eres más de él que mía, pero cuando sea grande volveré a tenerte solo para mí en las noches.

Él sabía perfectamente sacarme risas y sonrisas hasta con el mínimo detalle. En ese minuto me percaté de la luna llena asomada por la colina donde se encontraban construyendo el nuevo parque de recreación, aquella colina donde descansaba Eren.

Era una noche fría, totalmente estrellada, pero la vida había cambiado totalmente.

Ya no estaba sola, ya no pasaba las penas como antes, las festividades iban a ser una fiesta y tenía a mi propia familia junto a mí.

-Qué hermosa se ve la luna ¿No lo crees? -Dijo Jean mirando hacia arriba. Teníamos las estrellas y la luna de testigo.

-Tienes toda la razón.

Jean se acercó a mí para abrazarme con uno de sus brazos por encima de los hombros y llenarme el rostro de besos.

-Te amo, Mikasa -Dijo apoyando su cabeza junto a la mía. Mi sonrisa era autentica.

-Y yo a ti, yo te amo más. -Mis palabras eran seguras, totalmente verdaderas y la tranquilidad que sentía al expresarlas era única.

-Siempre por delante, mujer competitiva, sabes que yo te amo más.

-Señor ego, señor Kirstein.

Entre burla y broma escuchamos la tetera sonar desde la cocina por lo que nos devolvimos dentro de la casa, dejamos las verduras en el fregadero para lavarlas. Un llanto se escuchó desde el segundo piso y Jean fue enseguida a por nuestro bebé.

Las tazas servidas y la chimenea con leña, por las escaleras venían mis dos chicos, uno en pijama apoyado en el pecho de su padre y el otro con embobado por el pequeño en sus brazos.

-¿Ves? Si no te ve antes de dormir, no puede descansar, es un niño de papá.

Era un regalo ver a Jean protegiendo a Jack en sus brazos, dándole pequeños besos y meciéndolo, arropándolo con la manta más calentita y velando por su bienestar.

-Nos falta mamá, podríamos llevarnos el té a la habitación e ir a la cama enseguida ¿Qué te parece, mi vida? -Me preguntó mirándome con la misma sonrisa llena de amor con la que siempre me miraba.

La vida no podía ser más perfecta.

-Vamos, disfrutemos de la noche juntos. 

Jeankasa Week [ 2023 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora