𝐃𝐎𝐒.•

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— Festejaremos ese día — dije sonriendo, para acomodar varias comidas frente a él

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— Festejaremos ese día — dije sonriendo, para acomodar varias comidas frente a él.

— ¿No es mucha comida? — preguntó agarrando una cuchara.

— Tienes que mantenerte con muchas energías, nunca es suficiente cuando se trata de ti — comenté agarrando un termo.

— ¿Y como está nuestro bebé? — preguntó comiendo.

— Recién llevo dos meses — rei nerviosa.

— No importa, él o ella tendrá una hermosa madre — comentó acariciando mi vientre con cariño.

— No, tendrá un gran padre que se preocupa por nosotras — conteste sonrojada.

«Quizá la nueva vida que empezaba a tener en mi interior, nos uniría más»

— Es una hermoso niño — comento la enfermera con una sonrisa.

— ¿N-Niño? — preguntamos ambos.

— Así es — comentó empezando a sacar el gel que había esparcido en mi vientre.

Ninguno de los dos hablaba, solo nos miraba mis a los ojos con felicidad.

Decir que estábamos felices era poco »

— Papá, Mamá? — pregunto un pequeño de pelo azabache.

— Cariño — dije rápidamente levantándome.

Ella secó sus lágrimas repitiendo mi acción.
— Yo lo llevaré a la cama — aviso caminando hacia nuestro pequeño.

— Esta bien — respondí volviendome a sentar.

Agarro la mano del pequeño Sebastián para luego comenzar a caminar hacia su habitación.

— Mamá ¿Por qué estaba llorando? — pregunto abrazando su peluche, el cual no lo dejaba en ningún instante.

— No es nada, solamente bostezo, ya sabes que siempre saca lágrimas inconscientemente.

Sonreí, no quería que mi pequeño se quede sin su familia.

Pero mi celular sonó al momento de acostarla.

Me quedé sentando en la silla mirándolo, ¿Por qué ya no me dolían sus lágrimas?

Suspiré pesadamente mirando el techo en busca de una solución.

Solo quería que aceptará una petición de divorcio pero el único motivo para quedarme era Sebastián.

Se que la hago sufrir, pero es el único método de estar con ella.

Mire la foto que tenía guardada, acaricié la imagen de su rostro, pero mi mirada se posó en el portaretrato que tenía tirado.

Lo levanté, mire la foto mía y de Val con Sebastián, en nuestros brazos.

Lo tuvimos tan jóvenes que solamente uno de los dos teníamos la oportunidad de cumplir nuestros sueño.

Volví a suspirar y me acomode en la silla empezando a firmar unos papeles.

Minutos después entra Val con sus normales ojeras, parece que se acuesta tarde pero cuando llegó siempre está dormida.

— Está bien — comentó acercándose.

— ¿Está bien? — pregunté confundo.

— Firmaré el contrato de divorcio — una pizca de felicidad se hizo presente.

— Pero...— guarde silencio — con una condición.

— Te aseguro que tendrás un porcentaje alto en la custodia alimentaria y... — me interrumpió.

— No, quiero que todos los días del mes...me des un abrazo — hablo bajando cada vez más su tono de voz.

— ¿Un brazo? — pregunté irónico.

¿Acaso esto era un juego para ella?

— Si, estás muy ocupado, así que nos veremos en lugares concretos en las horas de tu almuerzo —

Suspiré desganado, con tal de que firme lo haré.

— Está bien — acepte.

— Mañana será el primero, cuando deje a Sebas en la escuela — volví a aceptar, pero está vez ella ya no me respondió.

Me levanté de mi silla y me dirigí al armario. Empecé a aguantar todas mis pertenencias.

Cuando terminé me coloque un abrigo y mis zapatos, para dejar el lugar donde antes lo nombraba mi hogar.

—————— Día 1 ——————

Abrí mis ojos lentamente, hoy sería el primer día en darle un abrazo a mi “esposa”. Suspiré desganado, no tenía ganas de seguir con ese estúpido juego.

Me levanté de la silla de mi oficina, aquí es donde comenzó mi carrera y relación con mi amante.

Me coloque el saco y busque las llaves, para comenzar a caminar hacia la escuela de Sebastián.

Todavía me dejó esperando ¿Por qué abrazos? Por qué no simplemente pedir algo material, como dinero.

Al llegar ví a ella depositando un beso en la frente de Sebastián. Me acerque con una leve sonrisa, mi chico estaba creciendo muy rápido.

— ¡Papi! — exclamó Sebas.

— Hola mi niño — dije acariciando su sedoso cabello.

—Hace mucho que no me dejas en la escuela — comentó con un puchero.

Eso me recordaba a Val de cierta manera.

«Tengo hambre — comentó con un puchero, acariciando su vientre.

— ¿Y que quieres que te haga? — pregunté desinteresado mientras escribía un reporte.

Aún que tiempo después, en medio del trabajo, fui a una tienda de conveniencia que estaba cerca y le compré muchos postres.»

Existen videos sobre ese día. Incluso de nuestra primera foto juntos. Nuestro primer beso...

Sonreí ante ese recuerdo, aunque ella no lo sabía, amaba cada ficción de ella.

Amaba...

— Adiós papi — dijo Sebastián dejando un beso en mi mejilla para luego ir a la entrada.

Saludé con mi mano para luego prestarle atención Val.

— No tengo tiempo, ¿Quieres el...?

𝗧𝗿𝗲𝗶𝗻𝘁𝗮 𝘆 𝗱𝗼𝘀 ¿𝗮𝗯𝗿𝗮𝘇𝗼𝘀? [Juansguarnizo x Tú] (ADAPTACIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora