XI

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Ha pasado una semana y Jisung continúa teniendo en su propiedad la camisa que Lee Minho le había prestado en la única fiesta a la que había ido en toda su vida.

La ha lavado, como cree que es normal, pero no se atreve a devolvérsela todavía. Por su parte, el contrario también tiene la camiseta que le quitó, porque él al salir de allí por la mañana no se llevó nada. Por poco ni su dignidad. Así que ahí está, en medio de su habitación con la prenda en sus manos, buscando una excusa con sentido para darle de vuelta la prenda después de tanto tiempo.

Realmente tan solo tiene que salir de su apartamento y llamar al contiguo, no es tan complicado y no sabe a ciencia cierta qué es lo que se lo impide.

¿Vergüenza? ¿Nervios? ¿Qué es exactamente lo que siente?

Agita la cabeza para intentar encontrar, por algún casual, la valentía que necesita para hacerlo. ¿Qué puede salir mal de ese simple gesto?

Respira con profundidad cuando se coloca delante de la puerta contraria y timbra. Ya no hay marcha atrás y su corazón late demasiado rápido por algo tan trivial. Entonces escucha los pasos acercarse y no puede evitar apretar en sus manos la prenda a la vez que contiene la respiración. Cuando la puerta se abre, frente a él se encuentra con una imagen que...nunca esperaría ver.

Lee Minho está despeinado, con evidentes ojeras bajo sus ojos, y una cara que denota un mal humor que ni él mismo puede aguantar.

Hay un silencio incómodo, porque siempre todo con él es demasiado incómodo y no sabe cómo actuar.

"V-vengo a devolverte la camisa del otro día."

Lee Minho se va, se aleja de la puerta que deja abierta como una invitación silenciosa a entrar. O eso ha entendido Jisung. Da un paso a su interior oscuro, porque las cortinas están completamente corridas y apenas es capaz de colarse un tímido rayo de sol de media tarde. El dueño del lugar se tira en el suelo, en el lugar donde parece que ha estado durante mucho rato debido al estado de su alrededor.

Hay cientos de hojas desparramadas por el suelo a su lado, otras tantas sobre la pequeña mesa en medio del pequeño salón, donde el propio Lee Minho se encuentra con su portátil.

Jisung se queda un par de pasos más alejado de la puerta a la espera de que le diga algo, lo que sea, porque si ya en la mayor parte de las ocasiones ya le cuesta entenderle, sin una mísera palabra se encuentra totalmente perdido.

"Tu camiseta está en la habitación, encima del armario."

Son las únicas palabras que le dirige mientras sus dedos teclean sin parar sobre el teclado.

Se dirige hacia la habitación tal y como le ha indicado el chico, buscando con la mirada su prenda y a la vez, intentando encontrar un lugar donde dejarle la suya. Tiene que esforzarse por alcanzar la cima del armario porque le queda un poco más alto que sus manos, pero finalmente la alcanza. Huele bien.

Rehace sus pasos hasta el pequeño salón donde Lee Minho continúa en la misma posición donde lo dejó, y Jisung tiene la ligera impresión de que debe de decir algo, no puede simplemente marcharse sin más.

"¿Estás bien?", son las únicas palabras que consigue formar en su boca sin que resulten extrañas. Siempre son las mismas que el contrario le pregunta, así que está seguro de que en esta ocasión le toca a él decirlas.

Espera por una respuesta que no llega, y no llega porque tal vez no le haya escuchado. Continua totalmente absorto en su portátil y eso le hace fruncir el ceño. Con una valentía de la que no sabe de dónde sale, se acerca hasta él y se sienta a su lado. No tiene ni la más remota idea de qué está haciendo, pero su cuerpo actúa por sí solo, no tiene el control.

Casualidades | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora