Capítulo: 3

22 7 0
                                        

Han pasado hora y media y aún no decido qué ponerme, harta de buscar tomo un pantalón negro y un suéter blanco que se encuentra colgado.

Me pongo mis botas altas de color negro y me paro frente al espejo. Paso mis dedos por mi cabello que en este momento se encuentra de un café oscuro por la humedad, casi llega más abajo de mi cintura, no suele cortarlo aunque lo he pensado muchas veces.

Ladeo la cabeza mirándome en el enorme espejo de cuerpo completo. Tal vez debería dejarlo suelto por hoy, aunque nunca lo hago.

Al final termino de pasar mis dedos por él y antes de que me arrepienta lo dejo suelto cayendo libre por mi espalda. 

Tomo mi teléfono y bajo las escaleras tarareando una canción que hace días no sale de mi cabeza. Cómo aún no han pasado las tres horas para que Ed y Liam vengan por mi, tomo un pan integral y le unto mermelada, tomo un poco de jugo mientras le doy una mordida a mi pan.

Tecleo en mi teléfono preguntándole a papá cómo va su día y empiezo a suponer que se encuentra en cirugía porque los minutos pasan y él no responde mi mensaje lo cuál no es característico de él.

Al escuchar unos minutos después lo que supongo es la bocina del auto de Ed, tomo mi teléfono que se encuentra en la encimera y salgo de casa.

Al subir al auto y ver a los chicos, noto que se ven muy bien (como era de esperarse)

–¿Qué?–Pregunto alarmada cuando noto sus miradas sobre mi–¿Qué me ven? ¿Tengo la ropa al revés otra vez?–Miro mi ropa, pero todo está bien.

Creo que tienes un pequeño trauma con la ropa al revés.

–Te dejaste el cabello suelto.

–Ah, si, me dió curiosidad dejarlo suelto, ¿Se ve mal?

–Te ves preciosa–Asegura Ed.

Yo sonrío y Edgar arranca. Se detiene en una enorme casa de estilo moderno. En frente de la casa hay personas con vasos rojos de plástico es sus manos.

Al bajar del auto inmediatamente empiezan a saludar a mis mejores amigos y algunas personas me dan un breve saludo, supongo que para no parecer groseros.

Al ingresar a la casa, comienzo a sentir cierto arrepentimiento por haber venido. La multitud de personas, algunas bailando y otras cantando una canción melancólica que resuena y que luego es reemplazada por una melodía más animada, me abruma. Mientras avanzo, noto una improvisada barra donde una chica deslumbra con su jean roto y un elegante top negro. Me intriga su presencia solitaria en esta fiesta.

Choco sin querer con un chico. Hay demasiadas personas aquí.

Me detengo para expresar mis dudas. –No lo sé chicos, no creo que esto sea buena idea.

–Acabamos de llegar, estoy seguro de que nos podemos divertir.

–No lo sé... –Digo, no muy convencida–Hay muchas personas aquí, Liam.

–Quédate un rato, ¿Si?  Si no te gusta nos iremos–Dice Edgar y continuamos caminando.

Encontramos un lugar cómodo para sentarnos, dónde casi no se encuentran tantas personas juntas.

–Iré a buscar las bebidas–Dice Liam.

–Iré contigo, no podrás con las tres y no quiero que vuelvas a traer ese trago todo raro de la otra vez.

Liam protesta diciendo que es uno de los mejores tragos, pero yo decido ignorarlo y emprender mi caminata.

Mientras observo a mi alrededor, noto un grupo de chicos bailando animadamente, otros charlando en los rincones y algunos más disfrutando de la música. El sonido es atronador. Tengo que luchar por no chocar con varias personas, tomo la mano de Liam para no perderme entre el montón de gente.

A L A S K A Donde viven las historias. Descúbrelo ahora