Sus ojos marrones observaban con detenimiento cada espacio de la fría habitación, sonrió con dulzura al ver los pequeños dibujos hechos con crayones y aquellas fotografías en donde el castaño era protagonista, en donde lo encontraba sonriente, pero pudo observar como aquella brillante sonrisa se iba apagando con el pasar del tiempo, con el pasar de las fotos. Sus dedos recorrieron cada trazo y foto con ternura. Camino hasta llegar a la ventana que ahora se encontraba destrozada, podía divisar el columpio roto en aquel viejo árbol, supuso que aquel le perteneció en algún tiempo al pequeño castaño. Su corazón se estrujo de tan solo pensar la pesadilla viviente que tuvo que soportar constantemente el castaño en aquel lugar el cual tuvo que llamarlo millones de veces su "hogar".
Se quedó un tiempo paseando por aquella casa que tanto odio y tristeza le transmitía, no le tomó demasiado tiempo para decidir irse, cerrando la puerta tras de sí. Se alejó de aquella casa a pasos largos, caminó hasta llegar a la vivienda donde hace cinco días había estado hospedándose. Tocó la puerta esperando pacientemente y mostró una cálida sonrisa al encontrarse con aquella mujer, madre del amigo de Will.
-Bienvenido, querido. Pasa que hace demasiado frío hoy.- Hablo sonriente la mujer mientras dejaba un espacio para dejar pasar al moreno.
-Gracias, señora. ¿Está segura que no es una molestia tenerme aquí?- Preguntó el pelinegro con un poco de tristeza en su voz.
-No es molestia alguna, tu eres el salvador del amigo de mi niño. El no soportaría perder a alguien más en su vida, y agradezco tanto que tú hayas confiado en la palabra de mi hijo.- La mujer sonreía con pena, ella se había enterado de la situación y no había dudado en brindar su apoyo de una u otra manera. Demian simplemente asintió con una sonrisa pintada en su rostro.
-¿Hoy irás a visitarlo?- Una joven voz se hizo presente en el salón, era reconocible, se trataba de Harry.
-Si, venia a avisarte si querías acompañarme esta vez. Estoy seguro que Will querrá escucharte.- El pelimarrón se quedó callado, pensativo y ausente.
-No, aún no me siento listo de verlo.- Fue lo último que dijo antes de volver a encerrarse en su habitación.
Ambos adultos se miraron entre sí, la mujer con preocupación y el pelinegro con comprensión.
-¿Me dejaría hablar con él?- Ella sonrió dándole su aprobación antes de dirigirse a la cocina.
Demian camino con lentitud hacia la puerta de la habitación del joven, tocó tres veces y abrió la puerta al escuchar el "adelante". Se encontró con el joven pelimarrón sentado en su característico sillón bajo y largo en donde jugaba en su ordenador. Mantenía una mirada perdida, sus dedos se movían por sí solos en el teclado pero él no parecía prestar atención a lo que hacía, simplemente estaba perdido en sus pensamientos. Y el pelinegro más que nadie comprendía aquello. Camino hacía el sillón y se sentó junto al joven, tan solo mirando como jugaba Hollow Knight. Demian poseía nulos conocimientos sobre los videojuegos pero amaba ver a otras personas jugar, era interesante e incluso divertido. Y así ambos se mantuvieron en un silencio cómodo durante unos largos minutos, los cuales llegaron a su fin cuando quedó a la mitad de la misión El dolor de la Doliente gris.
-Estuvo algo complicada, ¿No?- Dijo el pelinegro para romper el silencio.
-Lo fue. Es la primera vez que lo juego.- Respondió el pelimarrón. -Fracase muchas veces, creo que no podré hacerlo.
-Podrás lograrlo si lo intentas otro día.- Harry miró con detenimiento a Demian, pensativo.
-Lo siento. Siento que si no hubiese dudado tanto en llamarte aquel día...- Se quedó en silencio una vez más. -Tal vez no hubiesen lastimado tanto a Will.
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𝐓𝐮 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚ñí𝐚
RomanceWill quería un trabajo para poder salvar a su abuela, mientras luchaba con sus pesadillas, y Demian estaba cansado de escribir cosas de amor sin aún conocerlo. ¿Y si lo único que necesitarán es la simple compañía del otro?