⚜︎Familia disfuncional⚜︎

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La cena había sido para nada agradable, había ido lenta y tortuosa. Ni JinYoung ni JiMin estaban para sostener apariencias, ambos se sentían mal, y el menor seguía procesando la confesión hecha horas atrás, y lo peor del caso era que ni siquiera habían tenido el tiempo de hablarlo. 

Aunque la situación con los Min parecía tan tensa como la suya, así que agradecieron que la reina y el rey se retiraran temprano de la mesa cuando una discusión se avecinó.

—Vaya familia disfuncional a la que se van a unir —dijo el príncipe bromeando.

No recibió más que una sonrisa forzada de parte de los hermanos, y una vez más solo se escuchó el sonido de los cubiertos y la lluvia torrencial afuera. Minutos después JinYoung se levantó, se despidió de ambos y salió del lugar para ir de vuelta con su padre y hermana. 

JiMin se quedó. YoonGi se quedó. 

—¿No ha sido de su agrado la cena?

Los ojos ámbar del omega se asomaron detrás del cabello castaño, observando con detenimiento al mayor que se hallaba a varios asientos de distancia. —Nada de eso, creo que tengo el estómago revuelto.

Cada uno tomó un bocado de su plato, masticaron lento, y el menor vio a YoonGi asentir como si tomara una decisión para después pararse de su lugar cargando su plato y copa, los dejó frente a él, en el otro lado de la mesa, dio viajes de regreso para tomar un par de platillos y la botella de vino que había sido abierta esa misma noche.

—¿Gusta algo de este lado? —preguntó el alfa estando a la cabeza de la mesa, donde habían puesto la mayor parte de los alimentos. JiMin dudó—. Vamos, pídame algo, sé que desde su lugar no se puede alcanzar todo, y parecía demasiado tímido como para pedirlo antes.

—No soy tímido, se me enseñó a estar callado —se excusó sin pensar mucho en sus palabras—, las frambuesas me gustan, ¿podría pasármelas, su Alteza?

—Podría... si usted deja de llamarme "su Alteza".

—Imposible —se exaltó—, así lo dictan las reglas, su Alteza.

YoonGi tomó una frambuesa entre sus dedos y se la llevó a la boca. Hizo una mueca. —Muy dulce —arrugó la nariz disgustado con el sabor—, ácido... pero no serán suyas hasta que lo deje de hacer, si convencí a su hermano años atrás, podré convencerlo a usted.

Alzó una ceja: —¿Esto es acaso un soborno?

—Exactamente. Es un secuestro de frambuesas, si quiere recuperarlas tendrá que cumplir mi petición —habló con una seriedad que hizo sonreír al menor—. Así que sí puedes sonreír —observó e imitó la acción del castañito.

—¡Por su puesto que puedo! —se defendió—, y también puedo romper algunas reglas si así quiero.

—Hazlo entonces —retó caminando de vuelta a su lugar con el plato que contenía las frutillas en sus manos.

—No deseo hacerlo —se cruzó de brazos mirándolo desafiante. El príncipe se sentó en su lugar, ambos frente a frente, de pronto en una batalla de miradas que ninguno estaba dispuesto a perder—, ni siquiera parecen gustarle.

—Me gustan ahora, porque puedo conseguir algo de ellas... la pregunta es ¿me lo darás?

—Puedo dejar de llamarlo su Alteza —el príncipe sonrió—, ¿qué le parece "Majestad"?

Y la sonrisa se borró, agarró un puñado de frambuesas y se las metió a la boca, jugo escurrió de sus comisuras y el sabor ácido penetró sus papilas a la par que limpiaba sus labios. Cerró los ojos disgustado con el sabor. —Ácido —se quejó.

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⏰ Última actualización: Mar 22 ⏰

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