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—TaeHyung, Sana y HoSeok son míos.— pelea el pequeño JungKook de ocho años abrazándose a las serpientes y sacándole la lengua a su gemelo.

—No me importa mocoso, NamJoon y Tzuyu son míos.— se defiende SeokJin, sonriendo altaneramente.

—Yo tengo más.— insiste JungKook.

—No es cuestión de cantidad.— resopla SeokJin.

JiMin mira a sus hijos con el ceño fruncido y resopla, JungKook suele pelear con SeokJin por todo y es imposible controlarlos. Observa a YoonGi, quien se encuentra a su lado, tomándole la mano y sonriendo a sus hijos con adoración.

—Está bien pequeños, no discutan mas y vayan a jugar.— ordena el peliblanco siendo consciente de que su flor se encuentra malhumorada.

JungKook no duda ni un solo instante, da unos brinquitos de felicidad y se va corriendo con las tres serpientes enrolladas en sus bracitos. SeokJin por otro lado mira a sus padres con diversión unos instantes y toma las dos serpientes que se enrollan en sus piernas.

—Los mantendré ocupados y cuidaré, en la noche nos iremos directo a nuestro nido, solo hagan algo con sus aromas.— dice antes de también salir.

JiMin se sonroja hasta las orejas y jadea, YoonGi se dobla de tantas carcajadas por su expresión y agradece que el mayor de los gemelos sea tan comprensivo. Era bastante obvio que ambos adultos estaban en celo, pero intentaban controlarse hasta la noche por el bien de sus pequeños.

NamJoon, HoSeok, TaeHyung, Tzuyu y Sana que eran igual a YoonGi, cambiaformas de titanoboa, aún no lograban controlar su imagen, no podían convertirse en humanos. SeokJin y JungKook tenían un problema bastante parecido, ya que al ser híbridos como JiMin deberían poder ocultar sus escamas y colmillos, pero no estaban aún en una edad suficientemente madura.

YoonGi había aclaro todas las dudas de JiMin cuando le contó que era normal que su temporada infante durará hasta los diez años y luego, a partir de los once años, empezaran a desarrollar más capacidades.

Afortunadamente no había más preocupaciones que esas, nadie había pisado la isla luego de ellos y llevaban una vida muy tranquila, con todo lo necesario proveído por la naturaleza.

—No te rías, fósil de lagartija.— refunfuña JiMin siseando.

—Uh, ya vi de quien saco el humor SeokJin.— canturrea YoonGi tirando de su mano para acercarlo completamente a él y subirlo a sus piernas.

—Calla, que JungKook es igual a ti.— se defiende JiMin meciendo sus caderas.

YoonGi no lo niega, lo toma por la cintura y lo ayuda a moverse para provocar fricción entre sus intimidades. No quieren perder el tiempo y es que pocas veces tienen la oportunidad de unirse desde que sus bebés nacieron.

JiMin estaba completamente húmedo y hambriento, desde que se convirtió en un híbrido se dio cuenta de que desarrolló un apetito especial para el sexo cada cierto tiempo y YoonGi le explico que era cuestión de su parte animal.

—¿Lo quieres aquí?— duda el peliblanco besándole el cuello y bajando lentamente su mano hacia su vagina para acariciarla sobre la tela de la ropa.

JiMin asiente —Sí, pero también aquí.— señala, tomándole la mano para dirigirlo hacia su trasero —Quiero sentirte por todas partes.

YoonGi tiene un brillo salvaje en su mirada, la titanoboa en su interior amenazando con salir a la superficie y tomar su forma animal para complacer a su pareja. Se controla respirando profundo, sus dos erecciones brincan y suspira, no duda en desabrochar la ropa de JiMin para desnudarlo totalmente.

𝓣𝓲𝓽𝓪𝓷𝓸𝓫𝓸𝓪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora