moo ; marcanne

4.

Anne se levanta, pero en su lugar Marcy las levanta a ambas, con las manos debajo del culo de Anne para apoyarla mientras se va.

Anne grazna, pero rápidamente se ajusta en los brazos de Maecy, envolviendo sus piernas alrededor de ella. —No es lo que quería decir.

Con una sonrisa, Marcy le besa la mejilla y comienza a caminar con Anne en sus brazos. —Quiero consentirte.

Anne se ríe de esto cuando entran en el dormitorio. Luego hace un ruido en la garganta. —Oh, lo siento, está... Desordenado.

Y Marcy es una alfa, realmente no puede ver nada excepto la cálida y dulce omega en sus brazos y la cama a la que la está llevando. — No, está bien.

Se inclina horizontalmente para depositar a Anne en la cama y no deja ni un momento de separación entre ellas.

Anne huele muy bien. Está haciendo que cada uno de sus sentidos alfa se vuelva a vivir. La piel desnuda de Anne está caliente donde hunde su peso sobre ella, una pierna entre la suya, y juntas sus feromonas combinadas los están amortiguando en una nube, aceando sus pensamientos hasta que nada más que el sexo tiene sentido.

En un momento está en sus labios de nuevo, persuadiendolos y dejando que la lengua mojada de Anne se sumerja en su boca, que se ha secado por que no conoce. el nerviosismo o la excitación

Pone su peso aún más en Anne mientras se pierde en el beso, arrastrando su mano por su cuerpo en una caricia.

Debajo de ella, Anne se estremece. Abre las piernas, su muslo rozando los vaqueros de Marcy donde se mueve.

Marcy corre sus dedos a lo largo de la parte exterior de su muslo, sintiendo los finos pelos de bebé y la piel suave allí. Solo se vuelve más suave, hasta que sus nudillos se deslizan a lo largo de la parte interna suave como la mantequilla del muslo de Anne, caliente al tacto. Su mano se cepilla contra el dobladillo de los pantalones cortos de Anne. Sus muslos son tan suaves como se imaginaba.

Anne enrosca los dedos contra el cuello y rompe el beso. Luego arrastra un dedo por el costado de la cara de Marcy, desde su sien hasta su mandíbula. Ella exhala la nariz y mira a Marcy por el puente de su nariz, evaluando.

—¿Quieres meter tus dedos?

—Sí, sí, por favor. ¿Puedo?

Con una risa, Anne levanta las caderas y Marcy toma el ejemplo para enganchar sus dedos en sus pantalones cortos y tirarlos por las piernas. Una vez que están fuera, se maravilla con la nueva piel. La tez de tono moreno de Anne contrasta con las bragas blancas que lleva puestas.

—Bonita —respira Marcy, con los dedos cepillando el arco en la parte delantera. Cuando Anne hace un ruido en su garganta y se retuerce, Marcy sumerge su mano hacia abajo. Entre sus piernas hace aún más calor, y Anne salta al tacto, probablemente por lo mucho más frías que están sus manos en comparación.