Capítulo 4: No hay lugar seguro

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El único ruido que podía escucharse en la habitación era el de la respiración de Arlo. No es que fuera relativamente alto, sino que Billie estaba lo suficientemente cerca de su pecho como para poder escucharlo. No le importaba realmente, de cierta manera hasta le traía un poco de paz. Incluso en algún momento había empezado a contar la cantidad de veces que sus pulmones exhalaban el aire y lo volvían a introducir, concentrando sus pensamientos en mantener la cuenta. Todo con tal de olvidar.

De más está decir que Billie no había podido pegar ojo en toda la noche.

Al principio era porque todavía podía sentir sus manos sobre ella. Podía sentir el calor de las velas, el dolor de las millones de heridas que le habían producido, la desesperación de ser incapaz de manejar su propio cuerpo. Podía sentir cómo dejó de respirar, y cómo el sentimiento de abandono la inundó como un tsunami cuando simplemente la dieron por muerta y se alejaron.

Su mente no dejaba de reproducir esos momentos detrás de sus ojos como un montaje de película. Una película en la que ella ya no participaba activamente, sino que solo estaba allí como observadora y crítica, juzgando cómo el personaje principal no intentaba escapar con más fuerza, y cómo no se le ocurría gritar más alto. Criticar era fácil, ser la víctima probablemente no tanto. Pero por suerte ella no lo era, ya no, solo era una idiota condenada a la peor de las torturas: el recuerdo.

Pero eso era algo con lo que podía lidiar.

Con lo que en cambio no podía lidiar y la tenía paralizada debajo de las sábanas era la luz del pasillo, encendiéndose y apagándose continuamente.

Había empezado hace unos pocos minutos, pero se había mantenido incesante. Iluminando, y oscureciendo, una y otra vez. Tenía un ritmo lo suficientemente rápido como para asustarla y lo suficientemente lento como para que no pudiera pensar en una simple falla eléctrica.

Tal vez se había vuelto loca. Esa era la única explicación que podía encontrar para todo lo que le había sucedido en las últimas veinticuatro horas, y obviamente que la falta de sueño era lo que la estaba haciendo alucinar en ese momento. Porque no, en el departamento no vivía nadie más que la chica que estaba acostada al lado suyo.

Así que cerró los ojos. Había decidido intentar dormirse nuevamente, ignorando lo que sea que su imaginación estaba creando.

La luz se encendió.

Y no se volvió a apagar.

Lo podía notar incluso con los ojos cerrados. Su corazón con intenciones de salir de su pecho palpitaba fuertemente.

Con el miedo apretando sus huesos como una serpiente, abrió los ojos lentamente. No había nada ni nadie. Solo la luz amarillenta iluminando el pasillo y la entrada al cuarto. Así permaneció varios minutos, tantos que Billie comenzó a pensar que tal vez realmente todo había sido su imaginación y la luz simplemente había quedado prendida toda la noche. Eso hasta que volvió a cerrar los ojos para dormir.

Y la luz volvió a apagarse.

Ahora sí convencida de la realidad de la situación se incorporó en la cama alarmada. No pensaba afrontar lo que sea que estuviera del otro lado del marco de la puerta sola, así que giró su cabeza hacia donde estaba el cuerpo de Arlo y se dispuso a moverla con cierta fuerza para que despertara. Pero Arlo no se giraba para enfrentarla. Es más, Arlo no se movía en lo absoluto.

Así que Billie agarró el hombro de la pelirroja y la giró ella misma.

Pero la persona a la que dio vuelta ya no era su Arlo. Su Arlo era la chica más hermosa que había visto en su vida, con una sonrisa capaz de alejar cualquier mal. Esta Arlo no tenía ojos. Dos agujeros negros adornaban el lugar donde deberían haber estado, mientras una sonrisa siniestra parecía tatuada en su cara y la sangre manchaba la mayoría de su ropa y el colchón. Pensó inmediatamente que estaba muerta, que había estado abrazando al cadáver del amor de su vida durante toda la noche. Eso, hasta que la cabeza de Arlo se movió bruscamente hacia ella y de sus labios sonrientes salió la voz más terrorífica que había escuchado en su vida.

Antes de vernos caer//b.eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora