Al día siguiente en su auto, yendo de camino a su trabajo en el café donde había conocido al amor de su vida, Arlo tenía muchísimas preguntas sin respuesta y una gran diversidad de teorías sobre lo que había sucedido con Billie formulándose en su mente. Era un avance, completamente.
La situación había cambiado para ella la tarde anterior, después de que Billie saliera huyendo de su casa. Arlo se había cansado de no saber cómo ayudarla y de no tener toda la información que necesitaba para hacerlo, así que tomó el asunto en sus manos y se dispuso ese día a buscar respuestas y soluciones. Ella sabía que el apoyo moral que podía darle a Billie y sus demostraciones de cariño no eran suficientes en la situación en la que se encontraban, por más que Billie le dijera lo contrario.
Así fue como tomó la decisión de volver al sitio donde la había hallado la noche anterior.
En su cabeza, el mejor lugar para empezar a entender lo que había sucedido, era donde la pesadilla había comenzado: en aquel bosque alejado de la civilización. Tal vez no fuera su mejor idea, pero no tenía nada que perder ni nada que no daría por ver a su Billie sana y salva.
Con aquella determinación, ordenó las cosas del desayuno que habían quedado sobre la mesa y los trozos de la taza que se había partido, y salió hacia su auto para dar inicio a su viaje. No le avisó a Billie, porque no quería preocuparla ni escuchar la decepción en su voz en el caso de que no hallara nada. Tampoco habló con la policía, tal como le había prometido, pero sí agarró de su casa objetos con los que podría defenderse ante el peligro.
Esta vez el viaje hacia aquel lugar lo realizó con mayor tranquilidad, respetando todos los semáforos y yendo a una velocidad permitida, lo que lo alargó más que solo quince minutos. Arlo viajó en silencio, demasiado en su cabeza como para prestar atención al hecho de que ni siquiera había encendido su radio. En realidad, estaba tan ansiosa y preocupada que su estómago se había cerrado en un nudo y las manos le temblaban.
Aquella ansiedad no hizo más que aumentar en el momento en el que detuvo su auto y salió de este, encontrándose nuevamente rodeada de árboles. No lo pensó demasiado y se introdujo en el interior de estos, buscando repetir el camino que había realizado durante la búsqueda de Billie, y esperando no perderse en el camino.
Para su suerte, no le tomó demasiado volver a encontrarse en ese pequeño claro donde todo había sucedido, pero al observar la escena no pudo evitar correr la mirada y que la comida se le subiera a la garganta. La luz del día le permitió ver los detalles que la oscuridad y el pánico no le habían permitido apreciar. Las velas seguían intactas, aunque algunas ahora caídas, y debido a la falta de lluvia el pasto en la cercanía de estas todavía estaba manchado de sangre. Había sangre seca en casi cada lugar al que miraba, provocando que el corazón de Arlo doliera al pensar en su pobre Billie sufriendo sola a manos de monstruos.
Pero lo que verdaderamente le llamó la atención, fue un objeto del que no había sido consciente la noche anterior. Un poco alejado de donde Billie se había encontrado, pero no lo suficiente como para pasar desapercibido, se hallaba un libro. Su tapa dura era de un marrón oscuro con ciertos relieves en su superficie, y se notaba pesado por el grosor del mismo. Ese fue un hecho que Arlo pudo comprobar al tomarlo con delicadeza y curiosidad.
Sus hojas amarillentas mostraban diversos dibujos de seres extraños fuera de ese mundo, y poseían un lenguaje no conocido para Arlo. No le fue difícil notar que no era un libro normal, con escrituras que todo el mundo pudiera leer. No, en cambio, se sentía peligroso y prohibido. Al pasar las páginas, la pelirroja pudo sentir como una energía pesada se asentaba a su alrededor y su piel se erizaba. Por esa razón, decidió no continuar hurgando en sus contenidos, pero sí llevárselo consigo. Se lo iba a mostrar a la única persona que ella sabía con certeza que sabría de lo que trataba y podría ayudarla: Cora.
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Antes de vernos caer//b.e
ParanormalEl amor a primera vista es una ilusión para la mayoría de las personas; un fenómeno que no ocurre con frecuencia y que cuando lo hace es poco creíble. Para Arlo, es un hecho. Solo necesitó compartir una única mirada con Billie en el café en el que t...