Capítulo 17 - "No quería que se la sacara."

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NARRADOR OMNISCIENTE

Gavi sin poder evitarlo, clavaba las uñas en la ya marcada espalda del canario, mientras ahogaba los incontables gemidos en la boca de su novio.

- Te amo. - susurró Pedri en la primera oportunidad.

Gavi trató de sonreír, recargó su frente sobre la de Pedri, la cual estaba decorada con los húmedos cabellos del canario. El mayor comenzó a moverse más rápido, provocando chillidos de dolor por parte del ojimarrón.

-Pepi. - gimió. -mas, ma-mas. - suplicó hundiendo su rostro en el hombro del imponente hombre.

Este chico comenzó a ir más rápido, llegando hasta el punto dulce del menor, algunos gemidos en este punto eran difícil de reprimirlos, simplemente ya no le importaba quien escuchara, quería disfrutarlo.

El último gemido se consumó en el apasionado beso, Pablo se había corrido manchando su pecho y el de Pedri, este último al sentir dicha sensación, se corrió en el interior del menor.

-¿Alguna vez me cansaré de hacerte el amor? - susurró Pedri intentando controlar su respiración.

Aún seguía dando ligeras embestidas, pero Gavi en ese punto tan fatigoso no sentía, solo quería el calor que le proporcionaba el cuerpo del canario.

-Espero que nunca te canses de hacerlo. - contestó por fin abriendo bien sus ojos avellana frente al ojimiel.

Ambas sonrisas se borraron cuando escucharon golpes leves en la puerta del dormitorio, Pablo rápidamente cayó a la cama y se cubrió completamente, Pedri imitó su acción, justo a tiempo de abrirse la puerta y por ella entrar Esmeralda.

-¿Estás bien? - preguntó la niña.

- Claro, bebé. - sonrió arreglando su desordenado cabello. - ¿Por qué preguntas? - no debió preguntarlo.

- Escuché gritos. - hizo un puchero. - pensé que te dolía algo.

-El trasero. - susurró Pedri, seguido de eso Gavi solo le soltó un codazo en su costado, haciéndolo toser.

-Bueno, es que Pedri me ayudaba a... - no se le ocurría nada. - Se le metió una basurita al ojo y trataba de sacársela. - argumentó Pedri. - pero le dolía, no queria que se la sacara.

-¿Por qué no? - preguntó la menor subiéndose a la cama.

Pedri se palideció al sentir que la menor se recostaba entre ellos, odiaría que levantara las sabanas.

-Pequeña.- susurró Pedri. - tu hermano aún tiene la basurita en el ojo, ¿no esperas afuera?

La menor entrecerró los ojos y salió rápidamente.

Ambos chicos, suspiraron aliviados.


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