Pensamiento y Corazón / Continuación de Orgullo y Prejuicio.

Una noche de sorpresas II

XXVIII Una noche de sorpresas II

Relato escrito por Maria L Rosas

El Sr. Bennet regresaba a la casa, atormentado, preocupado, molesto, y avergonzado. No sabía que hacer, no sabía si había hecho lo correcto de mandarlos a su casa y que esperaran allá, pero de algo si estaba él claro; de todos esos sentimientos, había uno que lo atormentaba profundamente, y ese era la vergüenza.

¿Cómo podía verle la cara de nuevo a Lizzy y al Sr. Darcy? Si hacía algo tan deshonesto. Podía perjudicar todo lo que había trabajado con sus hijas para evitar otro terrible desenlace, ¿Con qué moral iba a representar a su familia? Todas esas preguntas y muchas más lo atormentaron durante el regreso al salón principal.

Mientras caminaba, se pasaba la mano por la cara, empezaba desde la frente, donde tenía sudor escarchado, después se pasaba los dedos para quitar algunas gotas que resbalaban por sus sienes, sus ojos estaban rojos de dolor, se les veía serio, y caídos por la gran vergüenza.

Al pasar por la puerta; vio al Sr. Darcy bajando por las escaleras, iba con destino a conversar con un amigo. El Sr. Bennet observaba lo que él hacía, mientras pensaba cómo le decía que una desgracia estaba allí afuera, a unos metros de la puerta. La misma desgracia que hace casi un año desmoralizó a toda su familia.

Sin pensarlo más, escuchando a su subconsciente que ya lo estaba atormentando, sacó un pañuelo de la solapa del traje formal que llevaba, se limpió la frente, la cara, levantó la cabeza, y caminó para hablar con el Sr. Darcy.

"Sr. Darcy, disculpe el atrevimiento, tiene un momento para que hablemos en su despacho."

El Sr. Darcy con un gesto de afirmación respondió al requerimiento de su suegro, y volteó la cara para disculparse con los invitados que estaban a su lado, caminaron juntos hasta entrar al despacho y cerraron las puertas."

"Sr. Darcy..."

"Siéntese Sr. Bennet, ¿Se encuentra bien?

Lo siento un poco agitado, no tiene usted un buen semblante."

Los dos hombres se quedaron parados, uno al lado del otro, uno preocupado por la salud de sus suegro y el otro preocupado por un desastre.

"Yo... yo no sé cómo decirle esto, o como ocurrió esto, tenemos una situación seria y embarazosa afuera Sr. Darcy, y creo que, si no lo atendemos, o detenemos, podría traer consecuencias muy severas para todos."

El Sr. Darcy al escuchar las palabras de su suegro, inmediatamente le cambió el semblante, trayendo seriedad a su cara. Levantó la frente y dijo;

"¡Wickham está afuera! Es lo único que lo pondría a usted en esa condición y estando aquí en Pemberley.

"Si, están afuera los dos, en el jardín del costado, cerca de los pinos. Es muy difícil verlos por la oscuridad de la noche."

"¿Cómo supo de ellos?

"Salí a tomar aire fresco hace como una hora, mientras caminaba, se colocaron en frente de mí."

"Ya veo... quieren el dinero, y si no se los doy, entonces ¿Qué van a hacer?"

"No sé qué locura más van a hacer, pero están en una situación muy deplorable. No me sorprendería si hacen un escándalo aquí adentro.

Les dije que se fueran a la casa y esperaran hasta que llegáramos nosotros para hablar, tienen hambre, sed, necesitan limpiarse, pero también tienen odio en sus rostros."

"Lléveme donde ellos."

Antes de salir, el Sr. Darcy mando a llamar al Sr. Albert;

"Sr. Albert, lo he llamado para decirle que el Sr. Wickham con su esposa están a sólo metros de la entrada del castillo. No vienen en buenos términos y usted sabe que no son bienvenido en Pemberley. Mantenga las puertas cerradas, sólo dejaran tres puertas abiertas, y si un invitado sale, que sea acompañado con un sirviente.