• Prologue

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El silencio reinaba en el lugar, sólo se oía la respiración agitada de una persona, quién estaba realmente asustada

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El silencio reinaba en el lugar, sólo se oía la respiración agitada de una persona, quién estaba realmente asustada.

Estaba tirada en el suelo, a su lado, había un plato de perro con agua y otro más con comida, al parecer era un emparedado. Su vista se fue a sus pies por alguna razón, llevándose la sorpresa que. Estaba encadenada.

Tragó saliva aún más asustada y trató de quitarse, sim éxito, la gran cadena que cubría su tobillo derecho. Pasaron horas y aún no había nadie que viniera, ni siquiera se oía algún ruido o algo parecido. Tenía hambre pero no quería comer. ¿Y si tenía algo? No sé arriesgaría, no.

Luego de horas y horas, finalmente volvió a dormirse debido al cansancio aunque no quería, finalmente unos veinte minutos después, el ruido de la puerta de fierro abriéndose resonó en el lugar así cómo de igual manera le siguió unos pasos de zapatos.

La persona, alta y eurgida miraba a la mujer pelirroja con indiferencia, aunque segundos después sonrió levemente más no llegó ni a su rostro u ojos. Se agachó y acarició su bonito cabello

Ésto llevó que la mujer, aún fingiendo sintiera las caricias que cada vez se hacían un poco más pesadas, hasta que aquella mano agarró su cabello con fuerza haciendo que suelte un quejido demasiado alto y abrió sus ojos asustada, mirando el rostro de su secuestrador.

¿Una mujer? Sus ojos se nublaron de preguntas y por el dolor de su cuero cabelludo, tenía rasgos asiáticos aparte de un color de ojos fucsia intimidante mirándola a los suyos verdes.

Un grito salió de sus cuándo ésta la levantó de su cabello y tomó su barbilla con fuerza

- Que bonita eres, no? - soltó una risita ante la asustada mujer ahora tomándola de su cuello escuchando una exclamación ahogada.

Ni siquiera tuvo tiempo de responder cuándo un brusco beso la hizo quedarse sin aire

- Tu y yo nos vamos a divertir, tanto...- susurró sonriendo para el enorme temor de la mujer.

Una psicópata es una psicópata, nada podrá cambiarlo, amaba jugar con sus victimas y dejarlas locas, así fuera humana de nuevo, no dejaría de hacerlo.

Nadie sabe que le sucedió a esa mujer aquella madrugada y su familia que, buscaban desesperados, tampoco lo sabrían. La jóven ya no existía al ojo humano, sólo ante uno. Ella misma.

 Ella misma

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The psycho | Hermanas DenaliDonde viven las historias. Descúbrelo ahora