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Narrador omnisciente

Pasó muy poco tiempo para que Karl se convierta en un adicto. Realmente estaba adentrado en un mal camino, el de la droga.

Ahora, estaba inyectandose morfina.

Luego de hacerlo, se sentó relajado, ya era algo normal en el.

La euforia y la falta de aire estaban apareciendo.

Su respiración era baja, le costaba inhalar y exhalar. Realmente se estaba forzando por hacerlo.

Tenía los labios secos, las pupilas contraídas.

Posó sus brazos sobre la mesa. Para luego comenzar a saltar sobre los mismos mientras soltaba pequeños gritos, no muchos, la dosis no era tan alta.

Karl había entrado en aquel mundo, haciendo que sea tan difícil salir. De hecho, por culpa de las drogas perdió a varios amigos, gracias a que les dejó de hablar, o bajo el efecto de alguna droga teniendo alguna pequeña discusión o algo por el estilo.

Hasta había perdido la relación con su madre, y su nuevo padre.

El ojiverde necesitaba más, no le alcanzaba con aquella pequeña dosis de morfina. Así que esperó a que baje los efectos, para dirigirse a aquel callejón, dónde va bastante seguido a comprar sus estupefacientes.

Entró a aquella zona tan peligrosa, y de dirigió al callejón tan conocido.

- Buenas, Karl, ¿lo mismo de siempre?-

- Necesito algo más fuerte-

- Lo siento, pero no tengo algo más fuerte que lo que ya te vendo-

- ¿En serio?-

- A ver.. tengo algo pero es para mí consumo personal-

- Dámelo-

- Es demasiado fuerte, Karl, ¿estás seguro?-

- Si, ¿cuántos dólares son?-

- Primero déjame explicarte. Esto- sacó un frasco de vidrio, con un contenido líquido- es fentanilo, o también lo puedes conocer como tranq. La forma de consumir esta droga es inyectandola en el cuello, exactamente aquí- le mostré la zona- ¿Estás seguro de consumir esto?-

- Si, dámelo-

- Está bien..- dijo poco seguro.

Karl realizó la compra y se dirigió a su casa, con una jeringa nueva, y aquel frasco.

Llegó a su casa, y recargó la jeringa. Se miró al espejo, e inyectó aquella pequeña dosis en su cuello.

Al cabo de poco tiempo perdió la noción de quién era, y comenzó a caminar por toda la casa con dificultad.

También estaba eufórico, hasta gritaba de vez en cuando.

Se sentó y se quedó quieto, sin siquiera saber quién era.

That teacher - karlnap Donde viven las historias. Descúbrelo ahora