Querida vida…
Ha pasado apenas una semana desde mi llegada a la isla. Están tranquilo como había predicho, he decidido quedarme aquí hasta el final.
Me aterra saber que será de mi después de eso… ¿Qué me pasará? ¿A dónde iré? ¿Qué será de mi? Me niego creer que no tenemos más historia que contar después de lo vivido, ¿ pero si lo único que nos llevamos son los recuerdos? ¿Qué recordaré? Quiero recordar algo único, eso que debes vivir al menos una vez y jamás puedes olvidar.
Estoy dando el máximo de mis fuerzas para conseguirlo.
Esta semana me he sentido bien; no tengo la preocupación y tristeza de mis padres cada vez que me ven, en cambio tengo un trabajo de medio tiempo en la cafetería.
La madre de Genevieve me rento una pequeña casita se le deben hacer algunas mejoras, pero por el tiempo que estaré posiblemente no llegue a terminarlas a tiempo.
Dos días atrás Genevieve apareció en mi puerta.
- ¿Qué haces aquí? — pregunté con la confusión tiñendo mi voz.
- Iremos a recolectar flores — la alegría le daba un brillo especial a sus bonitos ojos.
Sonreí.
Jamás había sonreído por el simple hecho de tener a alguien enfrente.
Sacudí mi cabeza para quitar la tonta sonrisa, fue en vano.- ¿A dónde iremos?
- Iremos a los campos cerca de la orilla de la playa — las palabras le salían de prisa por la emoción — podemos armar un picnic cuando estemos ahí.
- ¿Está lejos? — me recargue en el marco de la puerta.
Ella puso los ojos en blanco, como si fuera obvia la respuesta.
- Claro, por eso traje dos amigas — señaló las dos bicicletas que estaban recargadas en la barandilla del porche.
- Vamos — tome las llaves de la mesita cercana a la puerta y cerré con fuerza.
Mientras pedaleábamos de camino al campo Genevieve me iba contando la variedad de flores que podíamos encontrar y la suerte que tenía de llegar en primavera.
Cuando las flores eran aún más hermosas de costumbre, si no hubiera estado sobre una bicicleta no hubiera podido apartar la vista de su rostro.
Una extraña sensación se posó en mi estómago.Al llegar al campo no pare de admirar los predominantes colores lilas, amarillos, blancos y verdes. El oleaje se escuchaba a lo lejos.
- Vale la pena ¿cierto? — comentó en un susurro.
- Este lugar es perfecto — mis ojos se conectaron con los suyos.
Decidimos hacer nuestro picnic en medio del campo, mientras Gen me decía como tenía que poner cada cosa ella recolectaba algunas flores para adornar nuestra merienda.
- Pon estas en la cesta — me tendió un pequeño ramo de flores lilas.
Al tomarlas nuestras manos se rozaron, fue un roce casi imperceptible, por error como si fuera meramente involuntario; me dejo una sensación electrizante, como si su mano siguiera rozando la mía por descuido.
Nos miramos por algunos segundos, ¿ella sintió lo mismo que yo?- ¿Dónde pongo las flores? — para desviar el tema.
Aparto su rostro ya rojizo por unos segundos. Acomodándose el flequillo.
- En la cesta.
Asentí.
- ¿Qué te trajo a Saamera?
Suspire.
¿Cómo le explicaba que escape de mi casa para evitar las miradas de pena de mis padres? ¿Cómo se decía que era mi último destino?
Nadie te enseña decir eso, nos enseñan a caminar, nos enseñan modales, pero nada te prepara para decir algo tan crudo que te verán con pena y hasta cierta lástima. Así que reuní todo el valor posible para hablar:
- Decidí hacer mi último viaje — ella ladeo un poco su cabeza sin llegar a comprender.
- ¿Y tus padres están de acuerdo?
- Para nada, pero están más tranquilos desde que hablé con ellos.
No aporto la mirada de mi. Era buena escuchando, un don que no todos tenemos.
- Yo no podría vivir sin esta isla — dice a la vez que toma un emparedado.
Da un pequeño bocado y después continúa:
- Yo podría ser feliz mientras esté rodeada de flores.
- Como ahora — mencione
- Si, como ahora — esbozo una pequeña sonrisa.
Esa sensación extraña volvió aparecer.
- ¿Nunca has salido de aquí? — ella estrecho los ojos.- Claro que si, solo… prefiero la paz de este lugar —se encogió de hombros — ¿algún sueño que quieras cumplir? — muchos pero no llegare a cumplirlos, quise decir.
Durante estos días solo hay uno que esta en el primer lugar de la lista.
- Ser feliz.
Ella arqueo una ceja.
- Lo que todos queremos.
- Pero muy pocos obtenemos — termine por ella.
- No lo creo — fruncí el ceño, se apresuró a explicar — buscamos la grandeza para hacernos feliz, pero la verdadera felicidad está en los detalles.
En ese momento me quede sin palabras.
Duramos unos segundos en un silencio cómodo, después de eso nos concentramos en terminar la comida que la madre de Gen nos preparo.
Al terminar nos pusimos en nuestra faena de recolectar flores, ella tomaba las blancas y yo las amarillas. Cuando nos dimos cuenta que teníamos la cesta repleta de flores decidimos darnos un descanso.
- ¿Para que son las flores? — pregunté con curiosidad.
- Son para ti — contestó mientras se encargaba de armar pequeños ramos.
- Ok... — con desconfianza — uno de mis sueños no es tener una casa llena de flores.
Puso los ojos en blanco.
- Se que no eres esa clase de chica.
- ¿Cómo puedes conocerme tanto? —pregunté sorprendida.
- Eres muy transparente — posó sus ojos sobre los míos.
- Ya
- Se que ocultas algo — paso sus dedos por los delicados pétalos de una camelia blanca.
Apenas iba a decir algo cuando volvió a hablar:
- No tienes que decirlo… — suspiro, extendiéndome la camelia — recuerda que pasar por el dolor solo es llevar una carga pesada es tus hombros.
- Lo sé — tome la flor, ambas nos miramos por un segundo.
- Puedes poner esa carga en mis hombros — bajo su mano hasta rozar con la mía, la electricidad de su toque apareció.
No pude decir nada más, solo puede esbozar una pequeña sonrisa al tiempo que me sonrojaba.
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CONSECUENCIAS DE ENAMORARTE
RomansaAtrapada en su ciudad natal, con la esperanza de que pueda encontrar algo más allá de su triste rutina, Eloise, la recepcionista de un pequeño hotel se enfrenta a sus miedos. ¿Quien se puede imaginar una vida plana e intentando seguir patrones en lo...