como tú y yo no hay iguales
colmillo afilados de metales
Vampiros sonando ahora y para
siempre, somos inmortales.~❦︎
| Dónde Christopher vuelve con
una fama internacional a los Ángeles
recontrándose con una vieja amiga...
y su hermana|
⚠︎historia...
Tres pensamientos diferentes pertenecientes a Hyunjin, Carla y Christopher.
Si, la chica poseía una pereza increíble que al levantarse ese día no pensó en nada más que ese día tenía que ir a enseñar.
Y esos días en las madrugadas su sentido romántico era nulo, hasta si se trataba de Chris, con quien no sabía que relación tenía actualmente.
Según ambos estaban intentando aquello que nunca pudieron y se sentía bien, ninguno se sentía presionado y eso era fabuloso.
Cuando estacionó el auto en su lugar en el campus universitario, recargo su cabeza en el volante cerrando sus párpados con pereza.
Ese día su ropa consistía en una falda de tubo negra con una blusa esmeralda de botones con su respectivo blazer a juego con la falda y sus indiscutibles tacones de punta.
Decidida a dejar su perezosidad, tomó su cartera junto con su maletín dispuesta a dirigirse a la sala de profesores.
Durante su trayectoria caminaba erguida con suma elegancia saludando con una simple sonrisa a los estudiantes que llenaban los pasillos al mismo tiempo que rogaba que se apareciera Jungkook con su café mañanero.
Cuando entró se encontró con el mencionado vestido completamente de negro como era de costumbre, con su largo cabello negro recogido en un pequeña cola de caballo junto con sus lentes que nunca fallaban, aunque sabía que sólo los usaba para trabajar.
— Buenos días, Carla.— saludó alegre de verla, la morena correspondió el saludo.
— Jungkook, sabes que de todos los días deseo el café que siempre me guardas.— sonrió dejando sus cosas en una de las mesas acercándose a su compañero.
Le extendió la taza riendo levemente.— Se que dependes de mis cafés, eso me sube el ego demasiado.— con ese comentario recibió un ligero codazo de la mujer en la sala.
— Pensé que ya se te subía suficiente por como te ven las estudiantes.— lo miró juguetona mientras llevaba la taza a sus labios.
—¿Celosa?— inquirió divertido.
Esta negó igualmente.— A mi las estudiantes me miran igual, digamos que estamos empatados.
— ¿Solo las estudiantes?— jugueteó antes de que sonará el timbre indicando el inicio de su jornada laboral.
La brasileña se encogió de hombros dejando la taza ahora vacía y recogiendo sus cosas.— Nos vemos en el otro módulo, Don Juan.
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