─ ❛ ❀;; ɪɴϙᴜɪʟɪɴᴏs ᴛʀᴀᴠɪᴇsᴏs ₊˚.༄

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ xɪᴠ : ᴅᴇ ғɪᴇsᴛᴀ

— (¡¿Eso es un anillo de compromiso?!)

La caja de terciopelo destaca bajo la luz de la lámpara. Mi mente se precipita con las posibilidades.

— (¿Jimin va a pedirle matrimonio a Haley. Eso sería... Devastador)

La imágen de Jimin de pie en el altar esperando a que Haley llegue me hace estremecer. Sacudo la cabeza como si eso fuera a disipar la idea. Jimin debe ver la confusión en mi rostro. Y se agacha para recoger la caja.

— Mira.

Él la abre y me nuestra dos anillos de otro puestos uno al lado del otro. Hay un pequeño grabado en su interior : dos S entrelazadas.

— Son de Stevia y Santino.

— Espera... ¿Son anillos de boda? ¿Te pidieron que los guardaras?

— Sí. Y él me pidió que sea su padrino.

Jimin cierra la caja del anillo y se ríe de mi expresión incrédula.

— Santino y yo somos muy amigos, en realidad. Nos conocimos cuando estábamos de vacaciones hace unos años. Viaja tanto por trabajo que le resulta difícil conservar amigos, pero conseguimos mantenernos bastante unidos.

Él guarda la caja mientras la nueva información se arremolina en mi cabeza.

— (No tenía idea de que Jimin conociera a Santino)

— ¿Cuándo ocurrió todo esto?

Jimin parece confundido.

— Justo después de que comiéramos. ¿No estabas prestando atención?

Me doy cuenta de que, en algún momento, vi a Jimin y a Santino conservando mientras pagaban nuestra comida. Pero estaba demasiado... preocupada como para molestarme en la conversación.

— ¿Ingrid? ¿Qué pasa?

Me sonrojo.

— Estaba mirando tu trasero en lugar de prestar atención.

Jimin se queda boquiabierto. Tarda un momento en procesar lo que dije... pero cuando lo hace, echa la cabeza hacia atrás y se ríe.

— Me heriste, Ingrid. ¿Soy solo un trozo de carne para ti?

Entonces apoya una mano en su corazón.

— ¡En absoluto! Pero es una de las cosas que más me gustan de ti.

Apoyo una mano en su pecho y levanto la mirada con inocencia. Jimin apoya su mano sobre la mía.

— Creo que puedo soportarlo.

Él me pasa una mano por la parte baja de la espalda y le rodeo el cuello con los brazos. Jimin me besa con dulzura. Cuando su mano baja para agarrarme el trasero, nos separamos y nos reímos.

— ¿Puedo contarte un secreto?

Me roza la mejilla con el pulgar. Suspiro mi respuesta.

— Siempre.

Los labios de Jimin rozan mi oreja.

— Yo también me distraigo contigo.

Mi cuerpo se calienta cuando Jimin me mordisquea el lóbulo de la oreja con suavidad. Siento su interés presionando contra mí. Y, después de un largo día de preparación para la boda, me vendría bien el alivio...

— ¿Sabes qué, Jimin?

— ¿Qué, Ingrid?

Nuestras voces son bajas y están llenas de lujuria. Mi rodilla roza el bulto que se está formando en sus pantalones.