—Buenos días—entro al comedor encontrando a Gema junto a Liz haciéndome suspirar con cansancio—. Genial.
—¿Dónde está Christopher?—pregunta Gema con el ceño fruncido y tomo asiento en la mesa
—Oh, se está duchando—contesto antes de sonreírle a Miranda—. Buenos días, Miranda.
Ella me devuelve la sonrisa.
—Buenos días, señora, ¿Lo mismo de siempre?—pregunta y asiento—. Ya se lo traigo.
Conozco a Miranda básicamente desde que empezó a trabajar para Christopher; es una mujer apenas cinco años mayor que yo, pero vino a Londres en busca de un buen trabajo para poder ayudar a su familia en el Líbano.
Al ser de religiones tan parecidas ambas logramos adaptarnos bien la una a la otra, y más que una empleada se volvió mi amiga.
Eso si, ella dice que siempre debe tener claro el hecho de que yo soy "la señora". Me ha llamado así desde que Christopher me presentó como su novia, y a pesar de que no soy la señora Morgan, me agrada que lo haga.
—¿Se levantó tarde?—Gema enarca una ceja y niego
—No, pero fue a hacer ejercicio y luego...—el recuerdo de nosotros follando en el gimnasio llega a mi mente haciéndome sonreír—, luego estuvo ocupado con otra cosa, se le hizo tarde.
Ambas me miran con desagrado y le sonrío a Miranda cuando deja el plato con huevos revueltos, aguacate y tostadas frente a mi.
—Y su jugo de naranja—deja el vaso junto al plato
—Gracias, Miranda, sírvele al Coronel también, debe estar por salir y...—miro a Gema y a Liz—¿Ustedes desean algo?
—Deja de hablar como si fueras la señora de la casa—sisea Gema—. Dejaste a Christopher hace meses, deja esa actitud, no eres ni serás la señora Morgan.
—Uh, yo tendría cuidado con mis palabras, Gema—enarco una ceja—. Que haya dejado a Christopher no quita los años que pasé a su lado y mucho menos el que todavía me ame.
—Luces muy segura de eso—Liz bufa—. Christopher y Gema están juntos, deberías tener decencia y alejarte.
—¿Juntos?—levanto las cejas sorprendida
—Si, ellos se acostaron, ¿Christopher no te lo dijo?—se burla Liz y me trago las palabras que quieren salir de mi boca
—No es necesario, pero creo que debería ser Gema quién le pida a él que se aleje de mi—me encojo de hombros—. Al final de todo, si estoy viviendo aquí es porque así lo quiere él.
—¿Te gusta el puesto de amante?—cuestiona Gema y río
—He sido su mujer durante años, Gema—la miro a los ojos—. Vamos, pregúntale cuál es tu situación con él y aclaremos todo esto.
—¿Aclarar qué?—Christopher entra al comedor y toma asiento a mi lado mientras Miranda le sirve el desayuno
—Aclarar tu relación con Gema, Christopher—lo miro y frunce el ceño—. Al parecer ella cree que porque te la follaste, están juntos—su cuerpo se tensa
Frunzo el ceño ante eso notando el disgusto que se refleja en sus ojos por las palabras que acabo de soltar, así que pongo mi mano sobre su pierna haciéndolo parpadear rápidamente antes de que sus ojos se fijen en los míos.
Se queda en mis ojos durante unos largos segundos en los que puedo ver la tormenta en ellos, el disgusto, el asco que desaparecen poco a poco antes de dejar paso a esa mirada que amo, un Christopher calmado, tranquilo.
—Gema, creí que tenías bastante claro que Kiara es mi mujer—ni siquiera la mira mientras empieza a comer—. Lo ha sido durante años, y lo seguirá siendo.
Los ojos de la castaña se llenan de lágrimas y Liz me lanza una mirada mordaz que me hace sonreír.
No soy yo quien debe darse un lugar, es él quien debe darme mi lugar como su novia, pero tampoco voy a permitir que ese par me trate como si fuera inferior a ellas.
—Lo siento mucho, Gema, pero deberías aprender a no hacerte historias en la cabeza—me encojo de hombros y Liz intenta saltar sobre mi pero Christopher se levanta de golpe y la toma del cuello golpeándola contra la pared
Me sobresalto por lo repentino de su reacción pero me mantengo en mi sitio sabiendo que él es capaz de controlar esto.
—Si la tocas, voy a matarte de la forma más lenta y dolorosa que se me ocurra—sisea y Gema se levanta intentando ayudar a su amiga
—Christopher, suéltala—le pide desesperada tomando su brazo y tirando de él con fuerza, pero ni así logra moverlo—. ¡Christopher!
Él parece cegado por la ira, su cuerpo está tenso y aprieta el cuello de liz como si estuviera considerando rompérselo.
Considero dejar que la mate, pero luego recuerdo la campaña, así que me obligo a levantarme y caminar hacia él ignorando los gritos de Gema suplicándole que suelte a Liz.
—Chris...—pongo mi mano en su espalda antes de pararme a su lado—. Mi amor—tomo su barbilla para que me mire y él pone resistencia antes de ceder y mirarme
Le ofrezco una pequeña sonrisa
»Suéltala, no vale la pena—le pido—. Déjala ir.
—¿Segura?—ríe y ruedo los ojos antes de sonreír
—Segura, creo que ya entendió —miro a Liz—. ¿Cierto, Liz?
Ella asiente y Christopher respira profundo antes de soltarla y dar un paso atrás haciéndola caer al piso de rodillas.
Gema se apresura a socorrer a su amiga y yo tomo el brazo de Christopher obligándolo a retroceder lejos de la Venezolana.
—Vete, Gema—ordeno—, y llévate a tu amiga.
Ella se apresura a sacar a Liz del Penthouse y llevo a Christopher a la habitación obligándolo a sentarse en la cama antes de cerrar la puerta con llave.
—¿Qué pasa?—lo miro y él apoya sus manos sobre sus codos—. Mi amor...—me arrodillo frente a él y tomo su rostro entre mis manos
—Estás aquí—suspira apoyando su frente sobre la mía—. Estás aquí, y no vas a irte de nuevo, Kiara.
—Estoy de vuelta mi amor, estoy aquí y no me iré de nuevo—dejo un casto beso en sus labios—. Dime qué pasa, Chris.
—Me drogaron, Malika—esconde su cabeza en mi cuello y frunzo el ceño sin entender—. Me drogaron y cuando desperté ella estaba en mi cama. Sentí tanto asco...
Una imagen viene a mi cabeza y mi corazón se para.
—¿Te violaron?—mi voz sale temblorosa y él asiente sin mirarme a la cara—. Por dios...
Mi corazón se rompe por él y me levanto antes de sentarme en su regazo y rodearlo con mis brazos permitiendo que esconda su cabeza en mi pecho.
—Lo siento tanto, mi amor—beso su frente—. Lo siento muchísimo, te prometo que esto no se va a quedar así.
—No harás nada—me mira a los ojos y me agito al notar la rabia en ellos
Tomo su rostro entre mis manos y dejo un casto beso en sus labios antes de besar su mejilla y presionar su cabeza contra mi pecho.
«Eso ya lo veremos»

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Destined [Christopher Morgan]
Fiksyen PeminatElla es como un dios, todos se inclinan ante ella para venerarla. Él es una bestia, todos se inclinan para pedir clemencia Ambos hechos para poner el mundo a sus pies; destinados a estar juntos sin importar las piedras en el camino.