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— Izuku. — La simple voz lo hizo temblar, era ronca y suave, pero tan... Asquerosa. — ¿Sabías que te amo, bebé?

Los iris verdes tintineaban, abiertos en miedo en la oscuridad de la noche, sucumbiendo en pavor mientras oía ligeras pisadas detrás suyo, aun acostado sobre la cama.

Desde las espaldas sintió un peso hundirse en la cama junto a él, un calor humano que daba pánico nato.

— No puedes mentirme, bebé. — Murmuró mientras levantaba con cuidado las tapas, haciendo entrar el frio desde la espalda provocando un temblor visible. — Sé que estas despierto.

— So-Solo estoy un poco cansado, Shi-Shiggy. — Murmuró respondiendo, intentando sonar lo más amoroso posible. — Me gustaría dormir un poco más...

— Mírame. — Demandó.

Tragando grueso el nudo en la garganta, Izuku giró su cuerpo para encontrarse frente a frente a ojos tan rojos como la sangre que siempre era derramada en este mismo cuarto, en este mismo hogar, por las mismas manos de aquellos ojos sobre el cuerpo casi inconsciente del contrario.

Parpadeó rápidamente intentando alejar aquellos horrorosos recuerdos de su cabeza, alejando aquellas lagrimas que querían sin cuidado salir y tentar con su vida una vez más.

— Eres precioso, Izuku. — Habló mientras sonreía.

Las mantas sobre la cama cayeron por completo al piso, el cuerpo de Izuku estaba cubierto por una gran camiseta de su pareja junto a su propia ropa interior, y nada más que eso.

Sus largas y pecosas piernas fueron un manjar hacia los ojos rojos que lo miraban con deseo puro, aquellas esmeraldas brillaban en algo que el de largos cabellos blancos no podía descifrar.

— ¿Me amas? — Preguntó mientras se sentaba sobre la cama y poco a poco desbrochaba cada botón en su camisa blanca.

El olor a colonia de hombre impregnó las fosas nasales de Izuku, una colonia que lo perseguiría hasta la muerte, si tan solo tuviera la suerte de poder morir tan fácilmente.

El silencio cayó entre ambos, desesperando al mayor.

— ¡Di que me amas! — Gritó demandando.

Izuku tembló, lagrimas empezaron a caer por la comisura de sus ojos mientras sorbeteaba, cerrando los ojos con fuerza inhaló y por fin habló.

— Te-Te amo más que a nada, Shigaraki.

El contrario sonrió despojándose de su camisa y desabrochando su cinturón de cuero negro sobre su cadera.

— Vamos, amor. — Murmuró mientras se acercaba al rostro contrario. — Dime Tomura.

— To-Tomura... — Dio una sonrisa mientras lágrimas caían por sus mejillas.

El hombre se sacó su cinturón, dejándolo sobre la cama mientras se desabrochaba y bajaba su pantalón junto a la ropa interior revelando su erección.

El más bajo observaba aquel miembro, para luego subir la mirada hacia los ojos rojos y sonreír con tristeza, una sonrisa falsa, vacía al igual que sus ojos.

Resignado, tomó el dobladillo de la camiseta para levantarla por su torso y brazos, despojándose de ella mientras revelaba su torso desnudo, cubierto de pecas por toda la piel lechosa blanca, llena de hematomas verdes y violetas.

— ¿Pue-puede ser esta vez... ¿Sin cinturón? — Preguntó con miedo mientras observaba aquel accesorio aun sobre la cama.

— ¿Qué dijiste? — Preguntó con una mirada fría llena de odio.

Pepperoni extra, por favor. | BKDK |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora