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— Necesito salir. — Murmuraba para él mientras se arreglaba con sus propias prendas.

Últimamente Shigaraki había aumentado su maltrato, su boca ahora se encontraba morada, rastros verdosos, su piel lechosa y blanquecina estaba cubierta por mordidas y golpes que dolían.

Su cuerpo necesitaba un respiro.

Nuevamente tomó las llaves de aquel escondite, escondite que sabía que Shigaraki nunca se daría cuenta del acceso que él tenía.

Salió cubriendo sus labios magullados con una mascarilla quirúrgica, abrazó su cuerpo como un salvavidas mientras sus fosas nasales inhalaban aquel olor que solo le pertenecía a él, olor a lavanda y menta.

El olor a aquella colonia barata no se comparaba al fragante olor de ser él mismo bajo sus propias prendas, bajo su propia vida.

Caminó hacia aquel centro comercial, hacia aquel sector del cual podría ver con tranquilidad aquella felicidad ajena de la que solo podría soñar, claro, si es que tan solo pudiera, dejando de lado aquellos traumáticos recuerdos que vienen a él una y otra vez hasta caer inconsciente sobre sus sabanas.

Vio a las personas caminar, parejas tomadas de las manos.

Bajó la vista a sus propias manos, huesudas, frías y blancas, llenas de motas cafés y marcas violetas.

¿Hace cuanto no obtenía aquel sentimiento de calor de otro cuerpo humano? ¿Desde cuándo su vida se había apagado?

Desde lejos vio varias bancas desocupadas, sus hombros cayeron en alivio pues no tendría que devolverse, no tendría que volver hasta dentro de un par de horas.

Con una media sonrisa oculta bajo aquella mascarilla quirúrgica, se acercó a una de las bancas más cercanas desocupadas, con un suspiro echó la cabeza hacia atrás respirando, sus pulmones se inflaban y desinflaban en cada aspirada, saboreando el hermoso oxigeno que casi se le fue la noche anterior durante otra sesión... De apareamiento salvaje.

Escuchó pasos acercarse rápidamente a él, con miedo levantó con velocidad la mirada y vio aquellos ojos rubís llenos de alegría.

— Hey. — Dijo entre jadeos mientras pasaba el torso de su mano por su frente, secando el sudor mientras recuperaba el aliento. — ¿Puedo sentarme aquí?

Sin entender, empezó a girar su cabeza buscando el motivo de aquella pregunta, aún había bancas desocupadas, aun había lugar.

¿Por qué sentarse junto a él si había más lugares disponibles?

El rubio, entendiendo totalmente aquella mirada extraña, volteó la mirada mientras le volvía a hablar.

— Después de irme con mis amigos, volví, quería preguntarte algo, pero ya te habías ido. — Empezó a hablar mientras poco a poco se acercaba y se sentaba junto al de cabellos verdes. — Vine al día siguiente a la misma hora y no estabas, rayos eso suena espeluznante, empezaré de nuevo.

Los ojos verdes esmeralda lo veía consternado, hace tanto tiempo no hablaba con otra persona que no lo denigrara, que no intentara asesinarlo, que no dijera que su historia es poco creíble.

Se sentía... Extrañamente bien.

— ¿Quieres salir conmigo? — Preguntó hablando nuevamente, la voz gruesa había fallado por un instante.

Izuku vio como las puntas de sus orejas se enrojecían, pero aún no entendía aquella pregunta.

— ¿Salir a dónde? ¿Quieres que me vaya? — Preguntó con los ojos bien abiertos y un poco dolido, sus cejas cruzaron entre si mientras intentaba levantarse dejando la vista clavada al piso.

Pepperoni extra, por favor. | BKDK |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora