¡¿Boda?!, los dos amigos, -Él ya tiene a alguien más-.

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Coloca el almuerzo en una caja para comida y lo envuelve en mantas

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Coloca el almuerzo en una caja para comida y lo envuelve en mantas. Es mediodía, hora del almuerzo en el puerto, varios marinos van a los puestos callejeros para comer, San Lang no es la excepción. Xie Lian llega a la playa y siente un frío descender desde su cabeza hacia los pies. Parece que los marines no tendrán descanso para almorzar hoy. Xie Lian se pone su sombrero de bambú y se arma de valor, se mete en el muelle y trata de no ver el oleaje debajo. Hua Cheng viene caminando en su dirección y se sorprende tanto de verlo, él luce tan pálido. A pesar del miedo al mar ha venido hasta aquí para...para... ¿para verlo a él? Acorta la distancia corriendo.

—¡Gege!

Xie Lian sonríe lastimosamente y alza la caja de almuerzo.

—Es para ti.

Hua Cheng siente una alegría sin igual, toma al mayor del brazo y lo lleva de regreso a la costa. Xie Lian deja escapar un gran suspiro de alivio y casi se desmaya. Hua Cheng lo atrapa, está preocupado de sobra, pero al ver la cara de su Gege se da cuenta que éste está sonriendo. Hua Cheng se asombra y pronto empieza a reír.

—Gracias, Gege, por haber venido a buscarme.

Toman asiento bajo la sombra de un árbol y almuerzan juntos con la maravillosa vista del mar.

—Cuando tenga quince podré ir a mi primer viaje en barco— expresa Hua Cheng con una sonrisa y la mirada perdida en el horizonte.

Xie Lian no puede dar un bocado más y se preocupa.

—San Lang, ¿estás seguro? ¿No te pagan bien con el trabajo que desempeñas en tierra?

Hua Cheng frunce el ceño y afirma:

—Para cumplir lo que deseo es necesario que haga un viaje a través del mar.

—¿Qué sueño es ese?

Hua Cheng se pone un poco nervioso.

—Cuando se haya cumplido, Gege lo sabrá.

Xie Lian piensa que ha sido muy egoísta al no tomar en cuenta los deseos de Hua Cheng, pero si algo malo llegara a sucederle...

...

Un año transcurre y Xie Lian nunca falta a su almuerzo en pareja. Xie Lian regresa a eso de las dos de la tarde para ayudar a su madre con la preparación de los panecillos. Ella le sonríe ansiosa, al final no se contiene y comenta "casualmente":

—¿Por qué no invitas a San Lang a cenar con nosotros todas las noches?

Xie Lian se alegra un montón.

—¡¿De verdad puede?!

—¡Claro que sí!

—Le-le preguntaré si quiere.

—¿Por qué no querría? — expresa con sosiego—. Dime, ¿no te ha propuesto boda o sí?

Todo júbilo cae en picado y Xie Lian queda perplejo.

El mar que nos separó, el mar que nos unió. | HuaLian | - 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora