El último sobreviviente, Shi Wu Du, despedida.

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Feng Xin y Mu Qing están atendiendo a los clientes, de pronto ven una figura blanca frente a ellos y se sobresaltan. Es Xie Lian, no puede ser otro. Quizá es su percepción equivocada, pero Xie Lian tiene arrugas en la cara.

—Necesito volver al trabajo, por favor...

Ellos asienten de inmediato, le dan un cuchillo y unas coles para que las limpie. Xie Lian se pone a trabajar en silencio, ni siquiera parpadea. Los amigos cruzan miradas preocupadas. Al final del día cierran el puesto y guardan todo en casa de Mu Qing. Es imposible para los dos amigos no sentirse incómodos con un muerto viviente acompañándolos en todo momento. Feng Xin se lleva una mano detrás de la cabeza y exhala un pesado suspiro.

—No aguanto más verte así y no me puedo quedar sin hacer nada al respecto. Xie Lian, no ganas nada estando triste, por lo menos deberías honrar su memoria con tu dicha, es lo que él hubiese querido.

Los ojos de Xie Lian presentan un sobresalto, los dos amigos se sobresaltan también, les aterra su posible reacción.

—S-sí, deberías hacer algo para dejar de estar triste— agrega Mu Qing con una sonrisa temblorosa.

Xie Lian recobra cierta chispa y mira al mar.

—Tienen razón— frunce el entrecejo y camina hacia el mar.

Ellos se espantan y corren a bloquear su camino.

—¡Un momento, ¿qué tienes en mente?! — indaga el castaño.

—Talvez...talvez ese marino que sobrevivió sea San Lang, iré a buscarlo.

Ellos quedan anonadados.

—¡No digas estupideces! ¡Si los mismos marinos están en peligro en el mar no digamos tú que no sabes nadar!

—¡Debo intentarlo!

—¡Es de noche! — exclama Mu Qing—. ¡Además, en lugar de ir por agua, ¿por qué no vas por tierra?!

Xie Lian medita.

—...Tienes razón. ¡Partiré ya mismo! — se da la vuelta.

Los amigos se escandalizan y bloquean su camino otra vez.

—¡No estás entendiendo nada! ¡Eso es igual de peligroso! — protesta Mu Qing, sudando helado porque él le dio la idea.

—S-sí, sólo piénsalo— agrega Feng Xin—; si ese hombre que sobrevivió es Hua Cheng, él mismo volverá, sólo tienes que ser paciente y esperar.

—¡Muy cierto! — apoya el pelo negro.

Xie Lian medita nuevamente y relaja su osadía. Los otros dos suspiran de alivio.

—...Esperaré— murmura Xie Lian, ahora con un poco más de esperanzas.

... ... ...

Un año más tarde se corre la voz de que hay un forastero en el pueblo. Los ágiles pies de Xie Lian lo transportan hacia la posada en la que se aloja. Hay una rueda de gente afuera, él se abre paso y la escena lo deja vacío...Un matrimonio de ancianos está abrazado, llorando de alegría, una joven abraza a su hermano con sentimiento, él también abraza a otra mujer y la besa. Es He Xuan, sus padres, su hermana y su prometida. No queda lugar para la envidia, Xie Lian se aparta de la multitud y corre lo más lejos posible.

Viento fuerte sopla y el horizonte se pobla de nubes oscuras, una tormenta se aproxima. Los habitantes de Puji corren a esconderse en sus casas, cierran las ventanas, las puertas y guardan la ropa seca. A Xie Lian no le importa si es el fin del mundo, está con la frente pegada a la pared del faro, tratando de llorar sin conseguirlo. Su corazón apenas y late, no siente la calidez de sus propias manos, sus emociones están muertas...Alza la mirada a la meseta y jura ver a dos niños, uno de blanco y otro de rojo, jugando a elevar un cometa. Enrosca la mano con fuerza y la estrella contra el muro de roca, su sangre fluye, él no siente dolor. Ya tuvo suficiente, ya esperó lo suficiente, está harto...

El mar que nos separó, el mar que nos unió. | HuaLian | - 23Donde viven las historias. Descúbrelo ahora