Tiempo de Héroes

Capítulo 6

Capítulo 6: Príncipes y mendigos

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—¿Adónde se supone que vamos?

—Tú querías conocer algún lugar nuevo y yo tengo hambre, así que vamos a ver si conseguimos algo para pescar.

Kin observó que Kichiro no cargaba ninguna caña ni balde con carnada.
Hacía calor incluso mientras caminaban a la sombra del bosque. Se notaba una humedad pegajosa y densa en el aire.

—¿Cómo planeas pescar? No veo que lleves ningún equipo.

—Con estas me alcanza y me sobra —Kichiro se palmeó el bolso donde llevaba sus kunai—. ¿Nunca te quitas esa cosa?

—¿Qué cosa?

—El trapo ese en tu cuello. ¿No tienes calor para usar una bufanda?

—No realmente. Es bastante práctico, y me gusta cómo me queda. ¿Nunca has oído que es de mal gusto hablarle a una chica de lo que lleva puesto?

—Dudo que quien inventó esa regla tuviera demasiado éxito con las mujeres.

—¿Y tú sí lo tienes?

—Me trae sin cuidado.

Al poco tiempo llegaron a una playa cubierta de piedras que lastimaban la vista al ser bañadas de lleno con la luz del sol.
Incluso con las sandalias puestas, pisarlas quemaba como brasas encendidas.
Buscaron un lugar donde establecerse al pie de un sauce llorón, a unos diez metros de la orilla.
Kichiro dejó su mochila y su espada reclinadas contra el árbol y extrajo tres kunai de su bolso. Tomó los cuchillos entre sus dedos, metiéndolos en los anillos del mango y los hizo girar con una sonrisa confiada.

—Oye, ¿y yo que hago?

—Lo que tengas ganas. Yo voy a buscar la merienda.

Se acercó a un pequeño risco de dos metros de altura y se inclinó para ver el fondo. El agua fluía con una leve corriente y la profundidad en esa zona no le llegaba por encima del cuello.
Algunas raíces retorcidas sobresalían de la pared arcillosa del barranco.
Kichiro entrecerró los ojos y notó una silueta marrón y alargada que nadaba en círculos.

—¿Lo haces para impresionarla o puedo dejar de sentir pena por ti?

—¿Hacer qué, anciano?

—Todo el teatrito de "llevarla a conocer un lugar nuevo" y haciéndote el distinto pescando con cuchillos.

—Siempre pesqué así, viejo metiche. Además, ella viene por inercia, si no estuviera yo no dejaría de venir.

—¿Incluso a costa de un día de entrenamiento?

—Estoy agotado. Demasiado. Necesito un día para distenderme y poder pasar la última semana antes de la final centrándome en las Puertas Internas.

—Tengo una pequeña duda.

Kichiro se puso de pie y adoptó una posición semejante a la de la guardia a la hora de combatir. Gai le había enseñado una que se adecuara a su fuerza física, con el pie izquierdo al frente, la rodilla levemente flexionada y las piernas separadas a la altura de los hombros.