Supervivencia del más apto

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10 de febrero de 2005

-El nombre es Olliver Dennings. Edad 29. Parece ser un suicidio aparente.-

Numerosos destellos de luz iluminan el cielo oscuro. Múltiples hombres y mujeres con cámaras se agacharon bajo la cinta amarilla para entrar y salir de los terrenos.

Charlie, tapándose la boca con un pañuelo, tomó los guantes de látex y se los puso sobre las manos temblorosas. Se inclinó, tendiéndole la mano a su compañero. Usando pinzas para pellizcar los bordes incrustados de la nota, la rezó lentamente de las manos del muerto y la colocó en la bolsa forense. 

-¡¿Quién en su sano juicio dejaría que un animal salvaje les devorara la garganta?! Supongo que la gente no está satisfecha con lo habitual: cuerdas, cuchillas de afeitar y pastillas para dormir.- murmuró Charlie. Ojos marrones oscuros examinaron la escena con desapego profesional. -¿No estoy tan seguro de que esto sea un suicidio?- Sus dedos de látex tocaron el feo moretón que salía de la base del cuello del cadáver. Una huella de mano. Se enderezó, las articulaciones reventando. -Envíe esta bolsa a los forenses. Algo anda mal. Dame los resultados tan pronto como los liberen.-

-Sí, jefe.-

~*~

Cuatro cadáveres de osos, caribúes y pumas yacían cerca del pequeño río. Carlisle se volvió desde la ventana de la cabaña aislada. No importa cuánta sangre animal consumiera Edward, sus ojos seguían siendo pozos sin fondo de mares y tonos más claros de carbón.

Carlisle revisó los miles de caracteres del palimpsesto. La luz refractada rebotó sobre su piel en miles de millones de fuegos encendidos, empujó los marcos de las ventanas para abrirlos en busca del nervudo cazador. Vio moverse seis millas río abajo.

Hay un aquelarre que necesito conocer. Por ahora, quédate aquí todo el tiempo que sea necesario. Evite problemas.

El chico de cabello castaño levantó la vista de su juego actual que estaba parcialmente enterrado bajo el agua. Con la boca ensangrentada, mirando fijamente a Carlisle, asintió sin pronunciar palabra.

-Alice.- Carlisle se apoyó contra el cristal de la ventana, cerrando los ojos. -Solo puedo esperar que tus visiones estén equivocadas.-

~*~

Él había estado aquí. Un gruñido animal retumbó en su pecho. El olor de un vampiro impregnaba el aire. Jacob observó el subir y bajar del pecho de Bella. Los puños apretados liberaron su agarre de las ramas de los árboles. La hierba golpeó bajo sus zapatos y aterrizó agachado.

Todo esto fue su culpa. No debería haber estado indeciso sobre contarle a la tribu sobre Cullen. Deja que cualquier guerra se presente en su camino. Pero ahora es demasiado tarde. La culpa se convirtió en un peso de 10.000 libras en sus entrañas. La policía de Forks puede pensar que la muerte del hombre fue un suicidio, pero Jacob sabía la verdad. Ese hombre fue brutalmente asesinado por una bestia mayor que él mismo.

Edward Cullen había regresado esa noche para terminar el trabajo. Era obvio el aspecto que tenía el vampiro. Privado. Hambriento... Mortal.

¡Estaría condenado si iba a dejar que eso le pasara a Bella Swan! ¿Cómo podía vivir dejando que ese diablo siguiera siendo libre, depredando a los humanos como ganado? Incluso si tuviera que ser destrozado, se aseguraría de que el bastardo de los Cullen no pusiera un pie cerca de ella.

El bosque se convirtió en un claro, luego sus pies tocaron la arena.

Una corriente de viento acarició suavemente su cabello. Caminó a través de la inmensidad hacia la figura oscura.

Crepúsculo: Lo que ella no ve...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora