Naruto: El Imperio de HYDRA

Capítulo 2

Un soldado perfecto, arma capaz de superar cualquier adversidad, cualquier muro que tenga en frente. Así era como todos vieron al Capitán América cuando Abraham Erskine terminó el suero y se lo dio al primer soldado estadounidense que fue considerado como apto para recibir dicha mejora genética. Aunque el propio creador del suero no esperó que su creación fuera considerada como un arma, Steve Rogers aumentó los estándares de lo que un soldado podía lograr, siendo catalogado como un Super Soldado dentro de sus compañeros y aliados.

El Suero del Super Soldado amplificaba cualquier cualidad que la persona tuviera. Si esta persona tenía una inmensa bondad, esa sería llevada al extremo. Si sus ideales eran crueles y oscuros, serían empujados hasta que la persona se volviera completamente desquiciada, hasta que fuera un completo genocida capaz de seguir sus propios deseos por encima del bienestar general.

Ambos tuvieron su mayor representación durante la Segunda Guerra Mundial. Steve Rogers representó todo lo bueno que debía ser una persona, todo lo perfecto que debía ser un soldado, anteponiendo el bienestar de los demás por encima del suyo propio. Johann Schmidt representó todo lo oscuro que podía llegar a ser una persona, todo lo egoísta que una mente podía volverse y todo lo egocéntrico que podía ser un ser humano.

El Capitán América durante toda la Segunda Guerra Mundial enfrentó a los miembros de Hydra, organización que Cráneo Rojo creó como parte de la rama científica al servicio del Tercer Reich y que finalmente se separó del estado alemán para seguir los designios de su creador, un hombre completamente desquiciado por el suero defectuoso que inyectó en su sistema.

Los enfrentamientos entre ambos lados fueron empujados por los líderes de ambos bandos. Superando lo que Johann hacía por el Tercer Reich, Steve Rogers terminó llevándose la victoria al inhabilitar el plan de su adversario inutilizando las naves que este planeaba utilizar para lanzar bombas sobre los Estados Unidos, sobre sus principales ciudades.

Aquel había sido el enfrentamiento culminante entre ambos; un enfrentamiento que llevó al actual estado del mundo. El sacrificio de Steve Rogers no giró el curso de los acontecimientos y la muerte de Johann Schmidt no impidió a Hydra utilizar el plan de reserva para sobreponerse a la victoria de los aliados.

Hydra terminó ganando la guerra y doblegó a sus enemigos a un control completo, a una monitorización de sus acciones colocando agentes en todas las zonas importantes que los líderes creyeran importantes. Nadie haría un movimiento sin que las Cabezas de Hydra supieran de ello. Todo pasaría por los líderes del Régimen y ellos decidirían quien llevaba la razón, que es lo que debía hacerse.

De los miembros actuales de las Cabezas de Hydra, Arnim Zola contaba con la libertad que otros miembros no tenían. Cuando Johann Schmidt desapareció tras el último enfrentamiento con el Capitán América, Arnim tomó las riendas de Hydra y plantó las semillas para su resurgimiento futuro antes de saber sobre el plan B que sus camaradas tenían completamente oculto, conocido por unos pocos.

Cuando Hydra obtuvo la victoria inesperada sobre los aliados, Arnim ascendió hasta el puesto de líder científico del Régimen y fue sentado en uno de los Doce Asientos pertenecientes a las Cabezas de Hydra, otorgándole control completo sobre Estados Unidos y Canadá, llegando a expandir su control por casi toda América sin la oposición de sus compañeros.

Era admirado, respetado y muy querido por todos los miembros del Régimen, por todos los habitantes de Alemania. Arnim obtuvo todo lo que una vez deseó siendo niño: respeto, amor y admiración por parte del resto de las personas, del mundo entero. Y ahora poseía todo eso y mucho más.

Actualmente Estados Unidos era la cuna de la ciencia en el mundo. Liderando todos los avances científicos, Arnim Zola había utilizado su mente y a otros genios brillantes para dotar al Régimen de todos los avances en armas y medicina que pudieran adquirir en el plazo de cien años. Y lo habían logrado de una manera descomunal.