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Moxie se hallaba sentada en una hamaca colgada en las alturas del Monte Híbrix, su lugar preferido para meditar, reflexionar y observar el paisaje invernal de su hogar, el Clan Aurora, uno de los pueblos más escarchados en todo Elyndra. La brisa gélida la hacía sentir viva y la impresionante vista de la nieve que cubría los ranchos y castillos de su gente la maravillaba.
Pero no era solo la vista lo que hacía especial aquel sitio para ella. De vez en cuando, un hermoso dragón de plumaje azul zafiro volaba por allí, y Moxie lo esperaba siempre con ansias.
El magnífico animal solía frecuentar la zona desde hacía muchos años, y ella siempre intentaba dibujarlo. Sin embargo, volaba tan rápido que le resultaba difícil capturar todos los detalles en su boceto. Cada vez que lo veía, ella añadía más notas a su dibujo, con la esperanza de algún día completarlo.
Los dragones eran criaturas fascinantes, y casi extintas en aquellos tiempos de guerra y peligro. Se decía que aunque sus cuerpos eran mortales, sus espíritus perduraban incluso tras la muerte. Cada dragón era único, con su propio colorido, plumaje, ojos penetrantes y habilidades especiales. Los legendarios dragones de fuego eran incluso capaces de manipular la energía blanca con mayor maestría que los grandes guerreros Ivlum.
Moxie era una apasionada estudiosa de los dragones, y adoraba pasar horas en la biblioteca del pueblo, devorando tomos y manuscritos acerca de las míticas criaturas. Pero si había algo que más la cautivaba de ellos era su libertad. Podían volar a lugares inalcanzables, recorrer el mundo y descubrir tesoros que solo existían en sus fantasías. Ella, que siempre anhelaba explorar más allá de las fronteras de Frosra, lamentaba profundamente que la guerra contra los Oskra hiciera peligrar su vida y le impidiera explorar lo desconocido.
A pesar de ello, Moxie seguía soñando con la libertad que los dragones representaban, y esperaba con ilusión el momento en que pudiera cumplir su mayor anhelo: volar con el bello dragón azul y explorar las tierras más allá de su hogar.
La noche comenzaba a caer sobre el monte, por lo que decidió retornar a su hogar, el frío se intensificaba con cada paso que daba en su descenso. El aire gélido se le clavaba en la piel y la hacía temblar, por lo que anhelaba llegar pronto al castillo donde sus padres la esperarían con el banquete real.
Al bajar, Moxie encontró a sus dos guardias, los gemelos Mael y Tael, quienes la abrigaron con una capa de tela y la acompañaron hacia la puerta del castillo.
— Su majestad, el rey estaba realmente preocupado, es muy tarde para estar jugando en el monte — comentó Tael con tono preocupado.
— Papá no tiene que hacerse el preocupado, no hay ningún peligro en el monte, voy allí todos los días y nunca me ha ocurrido nada — respondió Moxie con un quejido.
— Pero señorita, tiene que saber que el rey se preocupa mucho por su bienestar...
— Deja en paz a la princesa, Tael. Ella sabe defenderse sola — intervino Mael, mientras Moxie le sonrió con aprobación.
Mael y Tael habían sido sus guardianes designados desde su nacimiento, ambos rubios, altos y musculosos, en conjunto con sus armaduras y espadas construidas en acero Ivilico, generaban una gran presencia, por lo que nadie se atrevería a acercarse a ella, a menos que quiera una paliza de los hermanos.
Mientras caminaban sobre los suelos congelados de Frosra, se podían ver los grandes puestos de frutas y mercantes deambulando por el pueblo. Los pueblerinos se tomaban un segundo para hacer una pequeña reverencia a la princesa cuando veían que se acercaba, con intención de respeto hacia la familia real.

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Ventisca: Historias de Elyndra (Completa)
FantasyMoxie, princesa del clan Aurora, anhela la libertad de los majestuosos dragones que vuelan por encima de las montañas de sus tierras. Pero su vida da un giro inesperado cuando sus padres la obligan a buscar un matrimonio para asegurar la estabilidad...