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Después de tanto tiempo, por fin actualizo este fanfic. Espero que les guste mucho. No olviden votar y comentar su opinión. Ojalá Cora publique este libro después el de Nevio y Aurora. 

Gracias a la inteligencia de IA, hice la ilustración de Samuel y Emma. La retoqué un poco y tachán. ¡Qué hermosos son! Si quieren la foto, me lo dicen y la publico en facebook.

 ¡Qué hermosos son! Si quieren la foto, me lo dicen y la publico en facebook

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Estuve súper nerviosa durante el camino a la casa de Samuel. No sabía que me esperaba en su hogar. 

¿Me abandonará en cuanto estuviese allí? Ojalá no sea el caso, porque me caía genial Samuel. 

Sentí que entre los dos podíamos llevar un matrimonio feliz, compartiendo una bonita y sincera amistad. 

—¿Estás bien? —me preguntó Samuel cuando escuchó como un suspiro se me escapó de mis labios. 

—Sí. Estoy bien. 

—Mentí para no preocuparlo con mis cavilaciones mentales. 

—No me mientas. Odio las mentiras. ¿Qué te pasa? 

—Siempre he sido una carga para todos. ¿Me abandonarás? 

Observé como Samuel apretaba la clavícula con fuerza, como si estuviera aguantando su furia. 

—Nunca digas eso. No eres ninguna carga. ¿Me escuchas? Eres mi esposa, Emma. Prometí ante Dios que te protegeré, te cuidaré y lo cumpliré, aunque me cueste mi vida en ello. 

Estuve a punto de ponerme a llorar. Samuel era tan bueno y tierno conmigo. Una parte de ser un incordio para él se esfumó. 

—También estaré para ti, Samuel. 

Samuel tomó mi mano prestada y entrelazó sus dedos alargados con los míos mientras su mirada estaba fija en la autopista. Propinó varios besos en ella, haciéndome vivir como si cuerpo fuese fuego artificial, sintiendo en cada rincón de mi cuerpo gigantescas sacudidas de pura excitación y electricidad. 

—Si alguien te molesta o te menosprecia, dímelo. No dejaré que nadie te haga sentir menos. Destrozaré cada ser que te haga llorar, Emma. —su tono de voz se oscureció al pronunciar cada última palabra. 

Escalofríos de terror inundaron mi organismo. Era la primera vez que Samuel mostraba este lado de su personalidad. Sí, siempre se había portado conmigo con frialdad, pero con los demás, era divertido y coqueto. Sabía que los mafiosos eran peligrosos y temibles, sobre todo, los herederos. Tenían que ser duros y dominar a todos. Así era la vida en la mafia. 

—¿Sabes por qué? Porque eres mi mujer. Nadie tocará ni un pelo tuyo. 

Santo cielo, ¿por qué el ser una propiedad de Samuel me hacía sentir como si el sol estuviera tan cerca de mí, quemándome con tanta intensidad? 

—Yo... Gracias, Samuel. 

Él asintió sin pronunciar ninguna palabra. Por lo tanto, no supe que más decir, y me quedé callada. 

Un agradable silencio se instaló entre nosotros, mientras Samuel conducía entre las solitarias calles de Chicago. 

Disfruté la calma entre nosotros. Me quedé algo embobada viéndolo como manejaba el coche. 

Una ráfaga de deseo me atacó, notando como en mi interior palpitaba con tanto descaro.

Tragué mi propia saliva, obligándome a mirar otra cosa que no fuese mi marido. 

Oh, Dios mío. Samuel. Mi esposo. ¿Hoy compartiré cama con él? Quería acostarme con él. Tener sexo. Sentirlo dentro de mí. ¿Era mucho pedir? 

Me quedé contemplando la carretera, con la mente perdida, reviviendo de nuevo el beso que había compartido con Samuel. ¿Volverá a besarme? Esperaba que sí. 

Aunque era un matrimonio concertado, lo deseaba con la intensidad de miles soles. 

Llegamos a nuestro destino después de varios minutos. Era una villa con ventanas y una puerta enormes. Todo en ella gritaba Old Money. Alrededor de ella, había una piscina. Con el verano cerca, me encantaría sumergirme en ella y disfrutar de la sensación del agua sobre mi piel. Nadar siempre había sido como una terapia para mí. El agua me calmaba. No me dejaba pensar en mis demonios personales. 

Sabía por mi hermano de que Samuel había estado viviendo solo, en su apartamento. Lo dejó y compró esta casa para vivir conmigo. 

Samuel estacionó en la entrada de la casa y se giró, mirándome con esos ojos azules marinos. 

—Bienvenida a casa, honey. —dijo con una radiante sonrisa. 

—Gracias, Samuel. 

Me ayudó a bajar del coche. Supuse que me iba a dejar en mi silla de ruedas, pero no había sido así. Me agarró con fuerza por mi trasero, llevándome entre sus musculosos brazos. 

Le dediqué una mirada de asombro mientras caminaba hacia la puerta. Me tumbé contra su pecho, disfrutando el sonido de sus latidos de corazón. Cerré mis párpados, aspirando su aroma varonil. Era tan deliciosa. 

—¿Quieres que te enseñé la casa o prefieres hacer otra cosa? 

Seré la dueña de este hogar. Tenía que saber donde estaban las cosas para poder ser la mejor anfitriona si alguna vez me tocaba serlo. 

—Sí, por favor. 

—A tus órdenes, honey

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⏰ Última actualización: Jun 14, 2023 ⏰

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A touch of fate (Samuel & Emma fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora