Decir que estaba en estado de shock habría sido una subestimación y no una que Taehyung, estuviera listo para decir en voz alta. No estaba seguro de que situación era más extraña, si ver a Jimin, cambiar a gato o ver la cara del otro hombre cuando estaba siendo atacado, escupiendo y resoplando. Ambas estaban en lo alto de lo considerado raro en la escala del asesino.
Sin embargo, por extraño que pareciera, se le hacían cada vez menos raras a cada minuto. Ver a Jimin atacar, ante la amenaza recibida por él, lo hacía sentir que no cabía en su pellejo. No podía dejar de sonreír, hasta que el joven, se negó a mirarlo y luego frunció el ceño.
—¿Jimin?
—Creo que probablemente será mejor si tu amigo y tú, se van.
—¿Qué? —Taehyung se quedó atónito. Había pensado por las acciones de Jimin, que estaba feliz de verlo. Esperaba que estuviera feliz de verlo. Él estaba feliz de ver al joven—. ¿Qué está pasando aquí, Jimin?
—No es nada que deba preocuparte. —La sonrisa que Jimin le envió se arrastró por su piel. No era real, y no se reflejó en sus ojos verde musgo. Taehyung únicamente podía ver la mísera en lo ojos de su amor.
—No es suficiente, amor.
—Me temo que esta vez va a tener que serlo. —Jimin puso a Preciosa en el suelo y se levantó. Hizo un gesto con su mano alrededor de la sala hacia los demás que estaban allí mirándolos—. Esto no te concierne.
—Lo hace ahora —dijo el asesino, apretando las manos en puños, mientras trataba desesperadamente de controlar la ira que amenazaba con liberarse—. Me involucré en el momento en que follamos en la ducha.
Taehyung, tuvo la satisfacción de ver los ojos de Jimin, ampliarse ante sus palabras. Abrió los brazos para abarcar toda la sala. —Ahora, ¿quieres decirme qué coño está pasando aquí? ¿Por qué estos hombres están tratando de matarte y por qué diablos se lo permites?
El joven simplemente apretó los labios y negó. Taehyung, de repente tuvo la impresión de que no importaba lo que dijera, Jimin no iba a decirle nada. Tenía una vena obstinada que era tan grande como una catedral.
Por suerte, Taehyung sabía cómo romper esa terquedad. Atravesó la sala de estar y lo agarró por el brazo, impulsándolo hacia la puerta del dormitorio. En el marco de la puerta, se detuvo para echar un vistazo sobre su hombro a Namjoon, señalando a los dos hombres.
—Mantén un ojo en ellos —le dijo—. Vamos a necesitar un ratito. Tengo que convencer a Jimin de las bondades de la honestidad hacia mí.
—Hecho.
Taehyung asintió y empujó a Jimin al dormitorio, cerrando la puerta tras él. Se recostó contra ésta y cruzó los brazos sobre su pecho mientras que evaluaba al nervioso hombre que lo miraba desde el otro lado de la habitación.