Jimin acariciaba con sus dedos la piel de Preciosa, mientras escuchaba a Taehyung, Namjoon, Beomgyu, y Taehyun hablar. Estaba cansado y frustrado. Se sentía irritable y de mal humor. Después de que Preciosa había sido atendida, y todo el mundo hubiera tenido una buena noche de sueño, de nuevo se congregaron en la sala para discutir lo que Jimin debía hacer. Habían estado hablando desde que Namjoon regresó con ropa nueva para Taehyung.
Cada uno de ellos tenía una opinión sobre lo que pensaban que Jimin debía hacer con su tío. Ninguno le preguntó que pensaba, ni siquiera Taehyung. Beomgyu y Taehyun pensaban que Jimin debía tomar el trono. Su pareja vetó cualquier idea que lo pudiera poner en peligro. Y Namjoon parecía pensar que todos estaban locos.
Beomgyu y Taehyun estaban sentados en el sofá frente a Jimin y Taehyung. Namjoon seguía sentado en la encimera de la cocina. Los vasos colocados en la mesa de madera sin posavasos. Jimin solo sabía que iban a quedar marcas. Namjoon ni siquiera limpió los platos después de comer, los dejó en la encimera. Todo estaba fuera de lugar.
Eso le hacía rechinar los dientes.
Jimin gruñó bajo en su garganta y se puso en pie, dejó a Preciosa en la silla. Atravesó la sala y recogió la pila de vasos de la mesa de café. El silencio llenó la sala mientras recogía cada vaso y hacía una torre con ellos.
Una vez que lo hubo hecho, recogió el resto de los platos y se los llevó a la cocina. Empezó a aclararlos, y colocarlos en el lavavajillas, sus movimientos fuertes y enérgicos. Era mejor que gritar. Su madre le había enseñado a no gritar nunca con ira. Aunque eso empeoraba la situación. Jimin tenía que esperar hasta calmarse antes de hablar con nadie.
—Jimin, ¿estás bien?
Éste asintió al oír las palabras de Taehyung, apretando los labios para no decir nada. Terminó de enjuagar el último plato y lo colocó en el lavavajillas antes de agregar el jabón y, cerrar la puerta. Con un movimiento de su muñeca el lavavajillas volvió a la vida.
Dio un pequeño suspiro de alivio al tener eso hecho, cogió un paño limpio y un poco de jabón. Todavía tenía que limpiar la cocina de la suciedad que tenía por la preparación del almuerzo. Jimin negó, no comprendía por qué la gente no limpiaba mientras cocinaba. Hacer eso era lo que tenía sentido, menos trabajo y menos lío.
—Jimin, amor, ¿qué pasa?
El joven se estremeció, sintiendo el aliento de su pareja de golpe en la parte de atrás de su cuello. Brazos fuertes llegaron a su alrededor y tiraron de él hacia atrás contra un pecho sólido. Jimin combatió el abrazo por un momento antes de inclinarse de nuevo en el cuerpo de Taehyung.
—Dime, amor.
—Es muy complicado. —Jimin oró por no haber sonado como un quejica. No soportaba el desorden. Eso destruía todo su mundo. Si las cosas estaban organizadas, podía pensar, hacerles frente, enfrentar la situación. El desorden lo hacía sentir... confuso.