𝐈𝐕: 𝐃𝐞𝐜𝐥𝐚𝐫𝐚𝐜𝐢ó𝐧

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Sigurd llevo a Kai en el motel donde él estaba, algo que lo desconcertó, ya que sus habitaciones eran casi idénticas y vivían prácticamente en el mismo edificio, solo que el departamento del rubio tenía una apariencia diferente, como si todo el piso se hubiera diseñado a él.

—Yo dormiré en el sofá, tú vete a mi cama —ordenó el mayor de forma seria.

—Thor, no p-

—Kai, te he dicho que te vayas a mi cama.

—Y yo te dig-

—Me importa tres cojones —expresó de forma molesta.

Kai frunció el ceño con disgusto ante la respuesta de Sigurd. Con un suspiro, se adentró en la habitación y se dejó caer en el borde de la cama, sintiéndose abrumado por la situación.

Sacó su teléfono móvil y, con gesto pensativo, comenzó a revisar los mensajes en busca de alguna respuesta o indicio que le ayudara a entender lo que estaba sucediendo.















3:00 AM

Kai era incapaz de pegar ojo, sus pensamientos rondaban en aquel mensaje el cual lo torturaba cada vez más. Extendió su brazo agarrando su teléfono y intentó apagarlo, pero antes de que lo hiciera un mensaje nuevo apareció en su pantalla.

"Hola, Kai, ¿cómo estás? ¿Estás en el motel?"

Oh, Camille.

Este sonrió levemente al leer el mensaje mientras sus dedos tecleaban en la pantalla del móvil.

K: Hola Camille, muy bien, ¿y tú?
C: Sí, estoy en el motel, ¿porqué?

Kai se quedó viendo el chat sonriendo, el temor y la inquietud que había tenido hace rato se había disipado por completo.

C: Era para verte, porque quería contarte algo

Kai levantó las cejas levantándose de la cama.

K: Oh, ¿chisme? Ya voy

C: Te espero a fuera.

El moreno salió de la habitación con pasos sigilosos, procurando no hacer ruido que pudiera delatar su presencia, y porqué también no quería despertar al rubio. Que se encontraba a n el sofá acostado dejando contemplar su imponente y sólida espalda.

Un suspiro escapó de sus labios sin querer, y rápidamente se cubrió la boca al darse cuenta de que el sonido había resonado más de lo que pretendía.

Su corazón latía acelerado mientras intentaba recomponerse y evitar llamar la atención no deseada. Con cautela, se acercó lentamente a Sigurd, esperando encontrar alguna respuesta en su gesto o quizás reunir el coraje necesario para enfrentar lo que estaba por venir.

—¿T-Thor? —susurró observando como le seguía dando la espalda.

Silencio...

El menor suspiró aliviado mientras se disponía a dar unos pasos en dirección a la puerta, pero de repente sintió una fuerte presión en su muñeca izquierda. Girándose, se encontró con la mirada furiosa de Sigurd, cuyos ojos destilaban ira contenida.

El rubio le detenía con firmeza, apoyando su brazo derecho en el camino de Kai. Un silencio tenso se apoderó de la habitación, cargado de emociones no expresadas y palabras suspendidas en el aire. Kai, desconcertado y con la respiración entrecortada, esperaba ansioso las palabras que desatarían la tormenta que se estaba gestando entre ellos.

Un cumpleaños inolvidable | 𝗞𝗔𝗜𝗚𝗨𝗥𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora