𝐈𝐈𝐈: 𝐏𝐮𝐥𝐬𝐞𝐫𝐚

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Con delicadeza, el noruego extrajo una bolsa de su bolsillo trasero y la lanzó con suavidad hacia Kai. El objeto, cuidadosamente lanzado, voló por el aire y aterrizó con gracia en las manos de Kai, revelando su contenido misterioso.

A medida que Kai abría la bolsa, se desprendió una agradable emoción que llenó el aire, intrigando aún más a todos los presentes.

— Feliz cumpleaños, o bueno, mejor dicho, Gratulerer med dagen. —dijo el mayor observando a su contrario.

Dentro de la bolsa, Kai vislumbró una pulsera de cuero negra. Sus ojos se iluminaron al reconocerla, ya que era idéntica a la que Sigurd llevaba puesta en su muñeca.

Un sentimiento de conexión inmediata surgió en su interior al darse cuenta de que compartían el mismo accesorio. Observó detenidamente el brazo del noruego y notó que también lucía la misma pulsera, lo que aumentó aún más su asombro.

—Gracias, Thor, pensé que te daba igual... —se colocó la pulsera y lo miró —. Es muy bonita.

—Es tu cumpleaños, debía regalarte algo, chiquitín. —dijo con firmeza.

Kai se sentía plenamente feliz, era como si el regalo que ahora sostenía en su muñeca fuera un símbolo tangible de una conexión especial entre ellos.

La emoción dentro de Kai se encendió con fuerza mientras contemplaba el significado de aquel obsequio, dejando fluir su gratitud hacia el noruego por tan hermoso gesto de complicidad y amistad.

—No me la quitaré nunca, Thor. Será mi pulsera de la buena suerte. —afirmó el moreno con ilusión.

—Más te vale, como la pierdas te arranco la cabeza y hago con esta una pelota de fútbol. —amenazó el rubio girando su cabeza hacia el horizonte.

Mientras el sol se desvanecía en el horizonte y la oscuridad de la noche se adueñaba del paisaje, Kai no podía apartar de su mente el inquietante mensaje que había recibido horas atrás.

Un escalofrío recorrió su espalda, creando una sensación de vulnerabilidad en aquel lugar aparentemente tranquilo. La preocupación lo inundó, impulsándolo a tomar acción.

Sin decir una palabra, Kai se levantó lentamente del suelo, sus ojos clavados en el horizonte nocturno. Sigurd, atento a cada gesto y cambio en el semblante de Kai, se percató de su creciente inseguridad.

—¿Nos vamos? E-Estoy empezando a tener f-frío... —mintió con disimulo el menor.

Kai sabía que debía permanecer alerta, ya que era consciente de que la amenaza persistía y que sus seres queridos podrían correr peligro, o incluso, Sigurd podría correr peligro.

—¿Tan rápido te quieres ir? Entiendo. —soltó el noruego con un tono amargo.

—N-no es eso, T-Thor... Sólo que... ¡Tú sólo hazme caso! —dijo con angustia mirando hacia todas partes.

Una sensación de inquietud creció en el pecho de Kai, su intuición, como una llama incandescente le incitaba a alejarse de aquel lugar lo más rápido posible. Sin embargo, en medio de su preocupación, sintió una vibración familiar en su bolsillo, una notificación que despertaba un escalofrío en su espina dorsal.

Con el corazón palpitante, Kai extrajo su teléfono y observó la pantalla con cautela. Allí, en letras luminosas, se desplegaba un mensaje que confirmaba sus temores.

—Sigurd, vámonos, ya. —exigió con incertidumbre y miedo.

Cada fibra de su ser le gritaba que debían partir de inmediato, agarró la cesta colocando todo lo que había a su alrededor en su interior y comenzó a caminar con pasos rápidos y apresurados.

—¿Me puedes decir que coño te pasa? Kai, detente o no me moveré de aquí. —gruñó el rubio con sus brazos cruzados totalmente quieto.

—T-Thor, por favor, d-debemos irnos.

—No me voy a mover.

—Thor, hazlo por mi...

El rostro del rubio se transformó repentinamente, revelando su malestar ante la situación. Con paso decidido y una expresión sombría, se encaminó hacia el automóvil en el que habían llegado. Kai lo siguió en silencio, sintiendo la culpa pesar sobre sus hombros por haber arruinado la sorpresa que Sigurd había hecho.

El silencio entre ellos era casi palpable, lleno de palabras no dichas y emociones encontradas. Kai deseaba encontrar las palabras adecuadas para disculparse, pero sentía que cualquier intento sería insuficiente para reparar toda la situación.

Se acomodaron en el coche y, antes de que pudieran abrocharse los cinturones, Kai se lanzó hacia Sigurd. Con un movimiento rápido y preciso, inclinó el asiento de su amigo hacia atrás, ocultándolos de las miradas indiscretas que pudieran estar al acecho en el exterior.

—¿Q-Qué cojones? ¿Kai, que coñ-

—¡S-Shhh...! No digas nada, sólo no te muevas...

En aquel espacio reducido, envueltos en una intimidad improvisada, sus ojos se encontraron, revelando una mezcla de emociones que abarcaban desde la preocupación hasta la intensidad. El corazón de Kai latía con fuerza mientras sostenía la mirada de Sigurd.

—Más te vale decirme que coño está pasando, Kai. —susurró el noruego mirándole de una forma penetrante.

—¡S-Shh! —le susurró a su contrario con miedo.

Permanecieron inmóviles en esa posición durante varios minutos, uno encima del otro, sin moverse. La tensión en el ambiente era palpable y se incrementó cuando escucharon el estruendo de un par de disparos provenientes del exterior.

El sonido resonó en sus oídos, generando una inmediata sensación de alarma en ambos. Tras cinco minutos, se levantaron y comprobaron que no había nadie a su alrededor.

Sigurd se reincorporó ágilmente y encendió el motor del coche. Con determinación, comenzó a conducir, alejándose rápidamente de aquel lugar.


Silencio...


Un silencio tenso envolvió el momento, aumentando la tensión entre ellos.

Sin embargo, aquel silencio fue interrumpido por el mayor, quien detuvo el coche bruscamente. Su semblante reflejaba seriedad y furia contenida, como si estuviera a punto de liberar toda su ira contra Kai.

La tensión en el interior del vehículo se hizo aún más palpable, mientras el moreno esperaba con nerviosismo las palabras que estaban a punto de ser pronunciadas por el rubio.

—Habla, y no estoy para bromas, Kai. —pronunció sus palabras con un tono gélido y estremecedor.

—N-No lo sé, creo que son los mismos que dispararon a I-Isabella... —mintió sin tener mucho conocimiento.

—¿Porqué van a por ti? —giró su cabeza observando a Kai.

—¡N-No lo sé, Thor! Es la p-primera vez que me siguen... —evitó mirar al rubio y permaneció con la mirada fija al frente.

—Hoy vas a dormir conmigo, y me da igual si quieres o no. —apretó el volante y siguió conduciendo nuevamente.

El trayecto se tornó más ligero, la tensión en el ambiente disminuyó. Kai se limitó a mirar por la ventana, perdido en sus pensamientos, mientras cerraba los ojos brevemente para intentar procesar todo lo que había sucedido.

Sin embargo, era consciente de que la situación no llegaría a su fin, ya que su teléfono móvil seguía recibiendo mensajes del mismo número oculto. Cada notificación que aparecía en la pantalla aumentaba su intranquilidad, generando una sensación de amenaza constante.

Se preguntaba quién podría estar detrás de esos mensajes y qué intenciones tendría. Los pensamientos se agolpaban en su mente, buscando respuestas y estrategias para enfrentar esa nueva amenaza que parecía acecharlo sin tregua.

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Mhhhhm, no sé qué pasará en el siguiente capítulo cuando tengan que dormir, que el destino lo decida JAJSJSJAJ.

Besis de fresiis🍓
Kurt

Un cumpleaños inolvidable | 𝗞𝗔𝗜𝗚𝗨𝗥𝗗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora