Things just really aren't that bad

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El sol apenas se filtraba por las cortinas de la sala cuando Ningning llegó al pequeño departamento de Minjeong, cargando su energía habitual y una bolsa de pan dulce en la mano. No esperaba mucho, solo una rápida visita para asegurarse de que su amiga estuviera bien. Sin embargo, cuando entró y vio a Minjeong y Karina abrazadas bajo una cobija en el sofá, su corazón dio un vuelco. Era una imagen de calma y cariño que jamás había imaginado ver tan pronto.

Minjeong, con la cabeza recostada en el hombro de Karina, respiraba pausadamente, aunque de vez en cuando un tosido leve rompía el silencio. Karina, con un brazo protector sobre su amiga, miraba la televisión con los ojos medio cerrados, en lo que parecía un intento por mantenerse despierta. Ningning sonrió, sabiendo que ese momento era especial, único. No pudo evitar sacar su teléfono y tomar una foto de ambas. El televisor, con el volumen bajo, mostraba la repetición de un partido de rugby en un idioma que ninguno de los tres entendía. Ningning se rió para sí misma ante la ironía de esa imagen.

Envió rápidamente un mensaje a Minjeong:

"Te amo, amiga. Espero que estés bien. Y no te preocupes, no diré nada sobre tu nueva compañera de abrazos 😉."

Adjuntó la foto y se fue en silencio, sin querer interrumpir el momento.

El sonido de la tos de Minjeong fue lo que la despertó de su breve descanso. La sensación de calidez que la rodeaba la hacía sentir protegida, aunque su garganta rasposa y la congestión le recordaban que su resfriado había empeorado considerablemente durante la noche. La ventana, que había quedado entreabierta, dejaba entrar el frío de la madrugada, algo que pasó desapercibido tanto para ella como para Karina. Minjeong se incorporó lentamente, con la cabeza dándole vueltas y un dolor de cabeza que palpitaba intensamente. Tosió nuevamente, sintiendo que su cuerpo estaba más pesado de lo habitual.

Karina se despertó al instante, notando de inmediato lo mal que se veía Minjeong. Su piel estaba pálida, los labios resecos, y cada tos parecía más forzada que la anterior. Su primer instinto fue de preocupación, y no pudo evitar culparse por no haber cerrado la ventana la noche anterior.

—Minjeong, ¿cómo te sientes? —preguntó con voz suave, intentando no sonar alarmada.

Minjeong intentó responder, pero su voz apenas salió en un susurro ronco.

—Me siento… horrible.

El dolor en su cabeza era tan intenso que cada palabra se sentía como un esfuerzo monumental. Karina le colocó una mano en la frente, y el calor que sintió le confirmó lo que temía: Minjeong tenía fiebre, y no una ligera.

—Lo siento tanto… —susurró Karina, su voz quebrada por la culpa—. Debí haber cerrado la ventana. No me di cuenta de lo fría que se puso la noche. Es mi culpa que estés así.

Minjeong apenas podía enfocar su vista. Sus ojos estaban pesados por el cansancio, y su cabeza latía con un dolor constante. No podía hablar sin sentir que su garganta era atravesada por agujas. Karina, sin embargo, no dejaba de disculparse.

—No es tu culpa, Karina —logró decir con un esfuerzo sobrehumano—. Estoy enferma porque soy terca, no porque dejaste una ventana abierta.

Karina la miró con una mezcla de tristeza y preocupación, negando con la cabeza, pero antes de que pudiera replicar, volvió a murmurar:

—De todas formas, debí cuidarte mejor. Te he fallado...

Minjeong, exhausta y harta de escuchar a Karina culparse por algo tan insignificante, se giró levemente hacia ella. Sin pensar demasiado en lo que hacía, se impulsó hacia adelante y, con un gesto suave pero decidido, presionó sus labios contra los de Karina. El beso fue rápido, una especie de reflejo que buscaba, más que nada, calmar a la chica que tanto hablaba.

I finally have a girlfriend and she's the bomb (WinRina)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora