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𓄸Sempiterno.

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Jihyo había llorado las últimas tres noches.

Sus lamentos podían escucharse a través de la puerta de su habitación, también una que otra queja.

Joohyun se encargaba de llevarle el desayuno, la comida y por ende la cena. La
castaña se rehusaba a comer en el comedor con Sana, no después de todo lo que le había soltado.

Aún no se lo creía, le atemorizaba estar con personas que parecían servir fielmente al mismo demonio, era espantoso.

Se encargaba de hacer una oración al despertar y antes de dormir, pedía por su
vida, pedía perdón por si había hecho algo mal o por si su fé había caído. También
pidió perdón por las almas de la aparente mansión dónde ahora estaba.

Incluso antes de comer hacia la oración por los mismos alimentos, pidiendo que estos no estuvieran contaminados y que no fuesen mortales para su vida.

Jihyo se negaba a salir de la habitación, se mantenía encerrada todo el día.

Joohyun intentaba hablar un poco con ella, pero la menor le daba respuestas tajantes que la mujer solo podía guardar silencio.

Ahora ni siquiera le dirigía mirada alguna.

Sana tampoco se había aparecido por ahí, había ido a su habitación dos veces y Jihyo le rechazó las dos veces, negándose a siquiera verle en pintura.

Los pensamientos de la morena estaban estancados.
Ciertamente era tratada bien, no le hacía falta ni ropa ni comida, contaba con una buena cama para ella solita y no se le obligaba a hacer nada, ni siquiera le castigaban o le pegaban como tanto temía.

Claro estaba que Jihyo había sido criado así, había vivido en una familia cristiana y por más buena que fuera tenían pensamientos que rechazaban cualquier contacto mundano o que no fuera devoto a Dios.

Su padre le decía que las almas que caían en la tentación sufrirían eternamente, sin
alcanzar la paz o el descanso eterno.

A la pequeña Jihyo le contaban demasiadas cosas.

Cómo que las almas que iban al infierno eran azotadas y tiradas a ríos y lagos de
fuego, que tenían una condena que cumplir y que ahí, morían lentamente por
segunda vez.

Las personas que iban ahí eran malas, que habían caído en la drogadicción, que habían prostituido sus cuerpos, que habían cometido adulterio o que habían mentido.

Ahí iban los no creyentes.

Y para un pequeñita a la que le enseñaron tales cosas era horroso. Teniendo que
refugiarse en los brazos de su madre, orando hasta caer dormido.

No era culpa de Jihyo.

Y a Sana le costaría llegar hasta la morena, calar dentro de ella y hacerle ver que todo estaría bien, que en realidad todo era parte de un plan mayor.

Que desde pequeña había anhelado sus caricias, que había soñado con ella y
preguntado hasta cuándo le podría conocer.

Y que ahora que le conocía se quería enterrar en ella, en sus delgados brazos e
inhalar el perfume de su cuello.

Jihyo escuchó la puerta de la habitación ser abierta, no volteó a ver pues sabía
que era Joohyun llevándole la comida de la tarde.

Los rayos cálidos del sol entraban por el gran ventanal, el cielo anaranjado se
podía ver siendo cubierto por las nubes rosadas.
A menudo pasaban algunos pajarillos cerca de la ventana, el pitar de los automóviles apenas y era percibido tras el ventanal.

❝𝗕𝗢𝗥𝗡 𝗙𝗢𝗥 𝗘𝗩𝗜𝗟❞ ¦ 𝗦𝗮𝗛𝘆𝗼. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora