❝𝗕𝗢𝗥𝗡 𝗙𝗢𝗥 𝗘𝗩𝗜𝗟❞ ¦ 𝗦𝗮𝗛𝘆𝗼. ✓

🥀┆𝟭𝟯

𓄸 Especial: Más allá del mundo.

🥀━━━━━━━━

Ellas ríen, se rozan, se miran y se abrazan.
Son risas cálidas, roces inocentes, miradas llenas de coqueteo y abrazos perfectos
acoplados a sus sentimientos.

Hay vibraciones que giran a su alrededor en diferentes tonalidades, como aurora boreal sobre capas de hielo. Las de Jihyo ya habían sido rotas. Se siente feliz, emocionada y tímida y anhelante y quiere tirar más cerca a Sana de sí. Hasta que ya no quede espacio que cerrar y sus almas se acaricien.

Es extraño, piensa. Porque jamás se imaginó estar en una situación donde ella esté
siendo mimada y siendo mantenida más cerca de otra mujer. Pero no es otra
mujer, simplemente es Sana.

Y Sana le quiere, le atiende y es suya.

Y Sana le toma por la cintura y ella se sonroja porque la cercanía de su
prometida le arroja una tormenta de sentimientos.

Y Jihyo está dispuesta a dejarse llevar por ella.

—¿En qué tanto piensas?—

Jihyo es atrapada en su torbellino de pensamientos y se siente como una niña
a laque están por castigar.

Pero ella no es una niña, porque las niñas no se comprometen con las hijas de
satanás o están dispuestas a hacerlo.

Tampoco es como si hubieran más de un
Satán.

—Solamente… Pensaba—.

—¿Y en qué?— Sana sonríe divertida y apoya su mentón sobre el hombro de
Jihyo.

La posición resulta cómoda y hogareña que a Jihyo se le enciende el pecho por más y se imagina a ella y a Sana casadas sobre una linda casa…

En el jardín, viendo el atardecer y quizás, malcriando a sus hijos.

Hijos.

La idea ya no resulta espeluznante, mucho menos equivocada. Lo sabe porque ha aprendido mucho y a ella le gusta Sana, y estar con Sana se siente bien. Y está bien.

—Sobre nosotras y el futuro—

—¿Un futuro donde estemos juntas?—

A Jihyo se le desliza una sonrisa por el rostro, siente el pecho lleno y pleno y
se siente tan bien. Su cuerpo es sostenido por los brazos de su prometida y ella se
deja llevar.

—No podría imaginar uno en el que no lo estemos—

Jihyo no suele pensar mucho en lo que dice, porque no le importa demasiado. Antes, creyó que todo estaba mal con ella, con ella y con todo lo que había comenzado a sentir por Sana, que era incorrecto.

Pero sabe que no lo está, porque amar se siente bien y está bien, y nadie debería
de ser privado de amar o ser amado. Y ella quiere ser amada. Solamente por Sana.

Hay rayos de sol precipitándose sobre el horizonte, el brillante follaje de los
árboles meciéndose con tranquilidad entre el aire y los aromas mezclándose sobre
la tierra.

Mori, su perro Samoyedo, yace sentado sobre sus patas traseras. El can parece
verlas y adorarlas y amarlas por la juguetona mirada de sus ojos, por las orejas
puntiagudas levantadas y la cola agitándose felizmente de un lado al otro.

Sana respira un beso sobre la mejilla de pan de Juhyo, fugaz y divertido y Mori ladra una y otra vez porque al parecer también quiere besos y que le rasquen detrás de las orejas.

—No—, dice Sana— lamento informarte esto, mi querido compañero Mori,
pero Jihyo es solo mía—.

Y Mori gruñe, baja las orejas, coloca una mirada triste y comienza a gimotear.