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𓄸Yuan Bei.

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Las siguientes dos semanas volaron como un avioncito de papel, y cuando la figura
aterrizó Jihyo se dio cuenta de que había pasado poco más de un mes desde
que le habían raptado.

Normalmente, si alguien le hubiese dicho que su destino estaba enlazado con la
mismísima hija de las tinieblas ella hubiese reprendido aquello y se hubiese
arrodillado para orar.

Así, si alguien más también le hubiera dicho que ella aceptaría esa unión, inmediatamente se hubiese hecho un auto-exorcismo, a ella y a la persona que le dijera esa tontería, claro.

Pero en esos momentos no se podía auto-exorcisar o echarse a orar, porque a
decir verdad ya no tenía aquella fe flameante.

Las cosas habían cambiado en sobre manera, ella había cambiado.

Su pensar, es decir, y sus sentimientos.

Porque en algún momento dejó de temer y llorar por las noches, para acostarse con una pequeña sonrisa, esperando el mañana con ansias.

Justo como lo había hecho la noche anterior.

Estaba nerviosa, sentía estragos en su pansita, las tan famosas mariposas
revoloteaban dentro de ella y sus mejillas se encendían. Tenía el corazón latiéndole
a mil por hora.

Ahora estaba sentada en lo que llamaba ahora, su cama. Estaba siendo arreglada
por una monja con la que había compartido un par de charlas en la última semana.
Siyeon le aplicaba a golpecitos suaves un poquito de rubor en sus mejillas, para
hacerlas más rosaditas.

Anteriormente había aplicado también un poco de sombras en sus párpados, y le
había peinado el cabello haciendo resaltar su cabello en pequeños rulos que le
daban unos airesitos más pequeña, y tierna.

Sus manos jugaban entre sí mientras reposaban en su regazo. Un fino vestido blanco de tirantes se ceñia a su cuerpo, en la parte superior tenía una pequeño escote.

Siyeon terminó de colocar el rubor y pasó a ponerle un poco de bálsamo labial, hizo ver sus labios más rellenitos, rosados y con un brillo que hacía delirar.

— Ya estás lista, Hyo  —  avisó la mayor. Tomó la mano de la castaño y la levantó para que se pudiera observar en el espejo de la habitación.

Jihyo clavó su vista en su figura. Lo admitía, se veía muy bonita, Siyeon se
había lucido con su trabajo y ella esperaba que se viera lo suficientemente bien para
Sana.

Era un Sábado, cerca de las 3:00p.m. El cielo estaba en un bonito tono de azul, las
nubes blancas decoraban el vacío del cielo. Había cierto brillo en las cosas, parecía
que toda la ciudad estaba alegre ese día.

Jihyo iba a contraer matrimonio dentro de unos minutos, con Sana.

Y no podía esperar a estar junto a ella, para poder estar juntas finalmente, en todos
los sentidos.

La emoción crecía cuando pensaba que pronto sería su esposa. Pronto todo
volvería a cambiar y en vez de tener miedo por las consecuencias ella las esperaba
gustosa.

Siyeon le colocó un collar. Tomó un pequeño ramillete de flores pequeñas y
las colocó en sus manos. Le dio una gran sonrisa para apreciar a la castañita.

— ¡Te ves preciosa, eres muy hermosa! — exclamó ella.

— ¿De verdad me veo bien? —  susurró, temerosa.

❝𝗕𝗢𝗥𝗡 𝗙𝗢𝗥 𝗘𝗩𝗜𝗟❞ ¦ 𝗦𝗮𝗛𝘆𝗼. ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora