Prólogo

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—Verano...fue en verano ¿hace 3 meses? No lo sé. —su voz se quebró a medida que recordaba aquel momento, sus palmas sudaron y aquellas palpitaciones que el clonazepam debía controlar volvían a golpear con fuerza en su garganta. —Tal vez sean menos días, pero se ha sentido como una eternidad...¿podré salir algún día?

Byun BaekHyun sabía que aquellas emociones que comenzaban a arremolinarse en su vientre desembocarían en otro episodio depresivo. Su cuerpo se haría pesado como si todos los rascacielos de la ciudad estuviesen allí reposando, esperando y presionando un poco más en la cama hasta que su respiración se entrecortara y tuviese que huir debajo de las sábanas intentando recuperar aquello que sentía arrebatado. Su corazón seguía en el mismo lugar de su pecho pero él lo sentía apretujado cada que respiraba, como si sus pulmones, en un intento por continuar viviendo, le recordaran lo roto que estaba por dentro, presionando justo allí sin clemencia.

Justo en ese momento revivió aquel 5 de septiembre, le costaba hablar de ello porque sabía que cada palabra que saliera para contarlo lo obligaría a repasar cada segundo que tuvo a su hijo muriendo entre sus brazos. El suspiro ahogado que soltó dio paso a las suaves y tibias lágrimas que ahora se había vuelto un constante en su vida y mordió su labio intentando retener los sollozos que clamaban por su hijo cada día. Negó con su cabeza en un intento por espantar las imágenes que lo atormentaban y luego miró, suplicante, al psicólogo que debía ver 3 veces por semana; era la décima sesión y aún no podía revelar nada sobre aquella tarde.

—Lo tenía entre mis brazos...y no pude curarlo ¿sabe?

—BaekHyun, no había nada que pudieras hacer. Aquella culpa que sientes no es tuya, no debería serlo. —comentó el hombre con sutiles canas en su cabello negro, estaba envejeciendo y aquel pensamiento aterrorizaba al castaño porque sabía que el marco que se encontraba boca abajo sobre el escritorio del hombre guardaba una foto de una familia feliz a diferencia de la suya. —Nuestra sesión acabó hoy...tienes cita con el psiquiatra la siguiente semana ¿correcto?

Asintió y tiró del delgado cardigan que llevaba puesto ese día junto con los pantalones de pijama que no se quitaba desde hacía un par de días; no mostraba avance alguno, pero era imprudente decir que debía mostrarlos en medio de tan grande desgracia. Se levantó del asiento y tomó la orden para agendar la siguiente cita donde aquel ciclo de reminiscencia se repetiría sin compasión alguna, empujándolo al abismo. Sus manos temblaban y sus pasos resonaban con pesadez en el pasillo largo hacia recepción, entregó el papel a la chica que siempre lo veía y le regaló una sonrisa forzada pero su intento por no ser descortés había sido genuino.

—Me alegra verte hoy, BaekHyun ¿mañana a la misma hora?

—Sí, por favor. —pidió, sabía que les alegraba verlo porque eso sólo significaba que había decidido ese día levantarse y "seguir adelante" a pesar de tener la muerte de su hijo en sus hombros todos los días, cada instante que seguía él vivo. Tomó la orden firmada con la hora anotada con una linda letra y se despidió yendo en dirección al auto que lo esperaba afuera.

El silencio se impuso de inmediato en cuanto BaekHyun abrió la puerta y se subió sin decir mucho;sin embargo, el suspiro que salió de ChanYeol fue lo suficientemente fuerte para perturbar la poca tranquilidad que el menor traía consigo. La mirada vacía que le dirigió no sorprendió a ninguno de los dos pero la desesperación que hubo luego fue una sorpresa para el alto. Su mirada se desvió al camino y arrancó intentando huir de aquel lugar en un intento por alejarse de cualquier recuerdo sobre lo mal que su esposo estaba y lo reprimido que él mismo se encontraba.

ChanYeol era un hombre dulce y representaba aquel porcentaje en extinción de hombres que, el BaekHyun joven, consideraba simplemente maravillosos, pero eso se había acabado. Era difícil —por aquella distancia y porque el semblante de ChanYeol siempre se mantenía tranquilo— poder identificar el cúmulo de emociones retraídas que él soportaba constantemente, especialmente aquellas que desafortunadamente estaban dirigidas a BaekHyun. El amor parecía desaparecer poco a poco y ambos lo sabían, pero el peso que llevaban era tan enorme que no podían ver más allá de ello y de sus propios duelos.

—¿Debes venir mañana? —preguntó por fin el mayor cuando se detuvieron en el semáforo de la esquina de la que era su casa. De lejos se veía bonita, como si dentro de ella se viviese alguna especie de fantasía interminable donde las madrugadas no estaban llenas de llantos, hipidos e insomnio.

—Sí, ChanYeol, debo venir mañana también ¿quieres saber algo más que sea obvio? —parte de la depresión por la que pasaba el bajo incluía estallidos ocasionales, sobre todo con ChanYeol quien en medio de su duelo también se encontraba mucho menos paciente y como si las estrellas estuvieran alineadas ninguno toleraba escuchar más de 3 palabras de la boca ajena.

Era complejo describir cuántas emociones y sentimientos flotaban en el auto, especialmente porque la culpa se sobreponía a la gran mayoría dejando un sinsabor en cualquiera que pudiese estar allí junto a ellos. BaekHyun se culpaba a sí mismo por la muerte de su hijo, pero también culpaba a ChanYeol, así como el alto culpaba al menor. Los recuerdos no eran vagos para ninguno, pero había una cierta inclinación hacia quién debía cargar con aquel peso en su totalidad por parte de ambos.

ChanYeol giró a la derecha y el cuerpo de BaekHyun se tensó por completo, sus manos se apretaron en sus piernas y sus uñas, aunque sobre el pantalón, lograron dañar levemente la piel de sus muslos. Su mirada fue directa al alto y la indignación se hizo palpable subrogando a la culpa que había estado allí desde que el menor se subió. Tragó con dificultad y en cuanto llegaron a la bahía de su casa se bajó, dando fuertes pisadas pues no era capaz de musitar algo en ese momento, el shock y el enfado se hacían lugar en sus huesos, en sus tendones y en cada nervio que recorría su cuerpo hasta que se aquella emoción se hizo dueña de él.

—¿¡Por qué!? ¡Sabes malditamente bien que nunca tomamos ese giro, ChanYeol! ¿¡Acaso te agrada cruzar por la esquina del hospital donde mi hijo murió!? —escupió sin pensar un solo segundo en cuánto lastimaba al contrario con sus palabras. BaekHyun no era insensible, nunca lo había sido incluso cuando se encontró a sí mismo llorando tiempo atrás porque Kasper, su novio antes de conocer a ChanYeol, lo dejó por alguien de otra escuela.

—Era mi hijo también, BaekHyun. —Dijo frío yendo hacia la cocina, los dos sabían que ese sería su destino en cuanto el bajo comenzó a reprenderlo...incluso cuando no lo hacía ese era el mismo camino que tomaba siempre que llegaba a casa. —¿Podrías dejar de pensar que sólo tu hijo fue el que murió y considerar que también era mío?

Soltó tomando el cuello de la botella de vino e inclinándola para servirse hasta la mitad del vaso que solía usar para el whisky. Tomó el vaso y bebió de él de un solo tirón, preparándose para servirse otro y otro hasta que el efecto del alcohol adormeciera su cuerpo y su mente. Limpió la comisura de sus labios con la manga del suéter que llevaba puesto manchando un poco la tela y soltó una risa; deseaba que lo único por lo que BaekHyun le regañara fuese porque manchó su saco y no porque lo culpaba de recordarle a su hijo.

—Siempre es sobre ti, todos los días es sobre ti, BaekHyun. —Le dijo tomando el vaso y la botella, dirigiéndose al sofá y dejándose caer en él cuando colocó todo en la mesa de centro que adornaba la sala. —Hazte un favor y déjame en paz por hoy ¿podrías? Nunca me hablas y me jode, pero hoy estaré bien si no dices nada más.

Su respiración se volvió pesada y sintió por primera vez la indiferencia de ChanYeol en ese momento, se giró y fue hacia la habitación teñida de azul en las paredes —llenas de pósters que comenzaban a empolvarse— a repetir su rutina. Se metió debajo de las sábanas y se cubrió con ellas comenzando a sollozar mientras se consolaba en un intento por suavizar la presión que crecía hasta llenar todo su pecho, volviendo a cortar su respiración hasta quedarse dormido en medio de los pensamientos que abusaban de su mente dolida; BaekHyun odiaba al cáncer que se había llevado a su hijo pero se odiaba más a sí mismo.

Sueños de veranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora